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¡Albricias!

El G-10 estará en San Isidro. Es una noticia reconfortante que comienza a poner las cosas en su sitio. Cosas que nunca se deberían haber salido de madre…

El G-10 estará en San Isidro. Es una noticia reconfortante que comienza a poner las cosas en su sitio. Cosas que nunca se deberían haber salido de madre y que han jugado sólo a favor de los antitaurinos, que tenían la excusa perfecta para seguir haciéndonos la puñeta. "¿Ven cómo no se entienden ni siquiera entre ellos?", decían. Y lo hacían moviendo la cabeza a uno y otro lado como compadeciéndonos. Y no había por qué. La Fiesta sigue, goza de buena salud y tiene en estos momentos una magnífica baraja de toreros, capaces, cada uno en su estilo, de poner las plazas boca abajo. Pónganles toros serios, bravos y encastados y lo verán. Que buena falta nos hace después de tanto estira y afloja, sin necesidad de llegar a la situación que habíamos llegado.

La empresa Taurodelta parece que ha contratado a las figuras como se ha hecho toda la vida. ¿Tú di lo que quieres y yo veré lo que te puedo dar sin cogerme los dedos? Y así se ha hecho, sin pensar en la televisión ni en los dimes y diretes del pasado reciente. Luego, una vez confeccionados los carteles, si la empresa y las televisiones se entienden y los toreros están de acuerdo con cifras y circunstancias, adelante. Y si no cada mochuelo a su olivo, pero dentro de lo que es una negociación en la que las tres partes tienen intereses que defender.

Así ha sido siempre y nunca llegó la sangre al río. Así lo preconizamos aquí, desde el primer momento que surgió la diatriba por los derechos de imagen. En este asunto no puede haber vencedores y vencidos. Con la normalidad gana la afición, los toreros y las empresas. Y sobre todo la Fiesta. Entre otras cosas porque respecto a TVE, ya hemos visto lo que vale la palabra de los políticos. Sean del color que sean…