TAMBIÉN SE CUMPLEN XX AÑOS DE SU DEBUT EN ESTA FERIA

Antonio Bañuelos vuelve a Burgos en el XXV aniversario de la ganadería

Es tiempo de felicidad y aniversario para la ganadería de Antonio Bañuelos. Este sábado vuelve a su feria de Burgos tras la extraña y sorprendente ausencia del año pasado. Y lo hace con la importancia que merece y la expectación que se ha ganado durante tantas tardes colmadas de bravura. Un regreso en tiempo de aniversario: se cumplen 20 años de su debut con corrida de toros en esta plaza y 25 desde que llegaron las primeras vacas a El Páramo de Masa con las que Antonio Bañuelos inició este aventurado sueño
Jorge Casals
martes 26 de junio de 2018

Fotos: ADRIÁN PALLARÉS

Hace exactamente 25 años que desembarcaron las primeras vacas en La Cabañuela. Nacía entonces el sueño de Antonio Bañuelos, empecinado en el duro y enigmático reto de la crianza de bravo a 1.000 metros de altitud y en las frías tierras de El Páramo de Masa. Aquel mes de junio de 1993, aprovechando esa primavera tardía propia del norte y la abundante hierba, llegaron veinticinco vacas viejas de Maribel Ybarra, las mismas que fundaron la ganadería de Torrealta. Desde la finca El Toñanejo, de la familia Prado-Eulate, en la gaditana Medina Sidonia, viajaron animales marcados con los hierros de Marqués de Domecq, Maribel Ybarra y Torrestrella, ganaderías cuyos hierros cuelgan en las paredes de la plaza de tientas como recuerdo a los orígenes y procedencia de la vacada. Además de las vacas viejas que tenían entre 10 y 15 años, llegaron otras 75 añojas sin tentar. Comenzaba a escribirse la historia de los “Toros del frío”, que dieron vida a las praderas burgalesas tras más de siglo y medio de sequía de reses bravas.

En 1993 llegaron a La Cabañuela las primeras 25 vacas de Ybarra procedentes de Torrealta y después 75 añojas sin tentar. Comenzaba a escribirse la historia de los Toros del frío

El proyecto se inició eligiendo la finca, La Cabañuela: 600 hectáreas a más de 1.000 metros de altitud en El Páramo de Masa, cercana a Hontomín. Antonio Bañuelos echa la vista atrás para recordar la efemérides y le inunda la nostalgia. “El 1 de enero de 1993 comenzamos con este proyecto transformando una finca agrícola y ganadera situada en una zona típica, con una orografía diferente, monte bajo y arbolados. Diseñamos los cercados en los que se combinaban las praderas verdes y los manantiales de agua limpia, con las zonas de monte cerrado que sirve de paridera y abrigo para proteger a los animales, y que durante el verano se produce un rocío que mantiene la hierba durante todo ese periodo de más calor. Nos dedicamos de lleno hasta junio, cuando comenzaron a llegar las vacas con rastra, cubiertas de diferentes sementales. Y así empezó todo”. Un cuarto de siglo hace ya de aquello.

En junio de 1998, hace veinte años, lidiaba su primera corrida de toros en Burgos, su tierra, con un triunfo histórico

Por delante, dos retos: el primero de todos, sacar adelante una ganadería en el campo burgalés luchando con las duras condiciones climatológicas y sin ningún referente cercano; y segundo, hacerse un sitio en la Tauromaquia y ganarse el respeto de aficionados y profesionales. Ambos los ha superado con creces. “Los comienzos no fueron fáciles. Tuvimos que aclimatar una ganadería e hicimos camino al andar comenzando de menos cero, nunca mejor dicho. Tuvimos que aprender de parideras, de alimentación, manejo… hubo momentos en los que cuando mirabas hacia atrás daba vértigo, momentos bonitos y otros que fueron de decepción, como cualquier otra ganadería”. Una lucha que valió la pena porque asegura que, a pesar de todo lo sufrido, los momentos más bonitos los ha vivido en el campo. “No cambiaría nada, ni la ubicación, a pesar de la dureza que hemos vivido, porque nosotros hemos llegado a ingeniar las soluciones y los inventos necesarios para sobreponerse a las adversidades. Lo más importante ha sido ver cómo el animal desarrolla la rusticidad que lleva dentro, a pesar de que son animales acostumbrados a una vida muy sedentaria. Por ejemplo, han aprendido a escarbar en la nieve para buscar la hierba que hay debajo, o bajar una rama del árbol con el pitón para poder comer unas hojas, hacer camas para la protección de la cría… ha sido todo apasionante”.

20 AÑOS DEL DEBUT

En los años 1995 y 1997 debutó Antonio Bañuelos con novilladas en Burgos, pero fue en junio de 1998 cuando lidió su primera corrida de toros en El Plantío. Dos décadas se cumplen esta feria de aquel estreno a lo grande, una tarde histórica que supuso el mayor impulso a la ganadería. De Burgos… a la gloria. Aquel 30 de junio de 1998 -coincidencia que este 2018 también esté anunciado un 30 de junio- Manuel Caballero, Pepín Liria y Víctor Puerto triunfaron con una excelente corrida en la que a uno de los toros, Alpaca, se le premió con la vuelta al ruedo. Toreros, ganadero y mayoral salieron a hombros de una afición que comenzaba a identificarse con aquella ganadería que sentían como algo propio. Al año siguiente llegó la consolidación con el no menos histórico mano a mano entre Ponce y El Juli en el que el valenciano indultó a Gamarro, el primer toro indultado de la historia de la ganadería y de El Plantío. Ese fue el salto definitivo a las grandes ferias. El despegue de la ganadería.

Desde entonces nunca faltaron a la cita con sus paisanos Por San Pedro y San Pablo, salvo el año pasado. Asegura que le dolió en el alma y aunque no olvida, prefiere no recordarlo. “Agua pasada no mueve molino”, matiza. Pero este año no podía faltar ante tanta efeméride. Se encuentra feliz porque de nuevo verá lucir la divisa rojo carmesí y marrón pardiño en el coso de la ribera del Arlanzón. “Vuelvo a la plaza donde he lidiado 23 años seguidos y donde nunca debería haber faltado. Casualmente nos dieron el premio a la mejor ganadería en 2016 y no volvimos. Para nosotros, Burgos es un referente y viceversa, esta ganadería es un emblema de esta feria. Está muy consolidada la presentación y el tipo de la corrida de Burgos, que cuidamos con esmero. Lidiar allí tiene para mí tanta responsabilidad como hacerlo en cualquier plaza de primera. Burgos nos ha ayudado mucho desde el principio a desarrollar el sitio que la ganadería tiene hoy día en la Fiesta, ya que es una feria de principio de temporada, la corrida siempre la han matado las figuras y hemos tenido resultados muy buenos que nos han ayudado a sacar adelante la temporada”.

Siempre hay una gran expectación por ver al ganadero de la tierra. La corrida tiene su público. Merecido tiene Antonio Bañuelos ese privilegio. “Hay una parte importante de público que compra la entrada para el día de los toros de la tierra -ríe-. Este año, además, el cartel es muy interesante, con Roca Rey, que salió a hombros el año pasado, Castella lo ha hecho en muchas ocasiones, al igual que Morenito. Los tres conocen muy bien el tipo de embestida de este toro y confío en que las hechuras y lo bonita que es ayuden a que sea un regreso feliz”.

BURGOS, UNA CORRIDA EN TIPO

La doble celebración merece la visita a La Cabañuela para ver los toros reseñados. El campo está frondoso y exuberante. En junio, el campo burgalés está en plena primavera, estación que llega tardía y que este año se manifiesta hercúlea gracias a las abundantes lluvias. Olvidado queda ya el problema de sequía que sufrieron el año pasado, el más importante de sus 25 años de historia. Es un año bueno de pastos y eso se nota en los animales. Sobre todo en las vacas, ya que los toros de saca dejan de comer hierba en el mes de noviembre. “Si a los toros se les dejara comer solo hierba tendrían un aspecto muy brillante por fuera pero por dentro no estarían musculados. Los toros que solo comen hierba, en menos de 6 horas pueden perder una parte importante de remate”, explica el ganadero. “Tenemos a los toros con un pienso distinto y, a medida que llega la primavera se va condimentando con otro tipo de correctores minerales”.

Los toros de saca acaban de cumplir los cuatro años debido a ese ciclo distinto de parideras que hay en La Cabañuela. Aunque su ciclo de remate es distinto, los toros ya lucen lustrosos, brillantes y con cuajo. Los kilos idóneos, pues no son toros pesadores. “Vienen de estar muy bien alimentados en invierno, con una alimentación muy enérgica que les ayuda a soportar el frío pero cuando este remite, enseguida se doblan los toros, sueltan el pelo de invierno, se rematan y están listos para su lidia”.

“Nunca pensé que íbamos a consguir el nombre que nos hemos ganado en la Fiesta. Lo que deseo es mantenerme donde esoy: que los toros sigan teniendo ese comportamiento y repetir en las plazas a las que vamos año tras año. Esa es la meta más difícil de conseguir”

Algunos de los toros que ilustran este reportaje son los reseñados para el próximo sábado en Burgos. Le preguntamos al ganadero que defina el conjunto. “Van de tres sementales diferentes, los que mejor nos han estado dando estos tres últimos años”, detalla. “Son toros muy completos. La corrida es muy baja, acodada de pitones y en torno a los 500 kilos de peso, que es lo que pesa un toro bajo. Tiene los pelajes típicos, castaños y negros al 50%. Se les ve ya en el campo muy descolgados de cuello, están en el tipo de las camadas anteriores. Tenemos toda la ilusión puesta en ellos y además hay que sumar que los tres espadas que estarán enfrente los entienden muy bien”.

Viendo la camada de saca, hay que destacar lo serias que son las corridas de Burgos y Bayona, se aprecia ese refinamiento en hechuras. ¿Qué diferencia hay entre el toro actual y el de origen de Ybarra? “Mantenemos esa línea pura de Ybarra, aunque se han evolucionado las hechuras”, detalla. “Es un toro distinto, más fino de cabos, mazorca fina, menos basto de badana, pero manteniendo el tipo de Maribel Ybarra. Es muy pronto para hablar de un toro con identidad propia porque hacen falta varias generaciones, pero sí existe alguna variedad en el aspecto externo del toro debido en gran parte al hábitat, que con el paso de los años imprime ciertos rasgos en la conformación”.

Pero si importante es el fenotipo, lo es mucho más el genotipo para Bañuelos. “Lo que más nos preocupa es mantener la calidad que heredamos y fortalecerla. Al final, hemos conseguido un toro que nos ha dado muchas satisfacciones. Hay que buscar un toro que tenga movilidad, que transmita emoción al público y que al mismo tiempo tenga nobleza y recorrido para que le sirva al torero y transmita su plasticidad. Hoy se torea más bien que nunca, con la mano más baja que nunca y obligándolo mucho, y eso requiere un toro que aguante ese último tercio humillando y siguiendo los vuelos con temple. El toro parado, facilón y noblote acaba siendo un toro parado y a la defensiva”.

Con un cuarto de siglo de historia esta ganadería es ya todo un referente. Antonio Bañuelos goza del privilegio de ser una de las ganaderías más importantes del momento. Se lo ha ganado. “Nunca pensé que íbamos a conseguir el nombre que nos hemos ganado en la Fiesta, ni tampoco imaginé que iba a estar en todas esas plazas en las que nos hemos visto anunciados durante todo este tiempo, tanto en España como en Francia. Lo que deseo es mantenerme donde estoy: que los toros sigan teniendo ese comportamiento y repetir en las plazas a las que vamos año tras año, algo que suelen hacer los empresarios porque saben de nuestra seriedad y lo que cuidamos la presentación del toro. Mantenernos donde estamos es la meta más difícil de conseguir”, concluye.

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