"Cuarto Tercio", por Nacho Lloret

El tanque

Nacho Lloret
jueves 06 de diciembre de 2012

Ante el asedio el toreo ha vuelto a responder con grandeza. Como lo hizo en Barcelona el célebre fin de semana del cierre de la Monumental. Esta vez ha sido El Juli el que ha dado una tarde de toreo memorable para gozo de los aficionados y escozor de los estúpidos…

El pasado 13 de noviembre, en pleno subidón de la campaña electoral pergeñada al servicio del disparatado fin de proclamar a corto plazo la independencia de Cataluña, el diputado Bosch, portavoz de Esquerra Republicana en el Congreso, le espetó al Ministro de Defensa que se fuese preparando para que el Ejército español traspasase algún que otro tanque al nuevo Estado catalán. No pedía su señoría un tanque cualquiera. De antiguallas ni hablar. Uno bueno, último modelo, de esos que lleven de serie todas las cositas de los tanques que molan pa fardar en el mundo entero y salir desfilando en la Diada Rambla arriba Rambla abajo.

Y es que se les ve rápido el plumero a estos tipos. Mucha libertad para prohibir libertades, muchas barbaridades dichas y escritas sobre la supuesta barbarie del toreo, mucha violencia verbal y contundencia política contra sus para ellos violentos conciudadanos que osan disfrutar pacíficamente de un espectáculo artístico que es parte de su cultura aunque les duela. Todo en defensa del derecho de los animales aunque este esté por encima del de las personas y sobre todo para dar ejemplo de que su moral, su cultura y su ética está por encima de la del Estado español opresor. Pero mira tú por donde, en cuanto ven cerquita los objetivos por los que luchan para celebrarlo no se les ocurre otra cosa que pedir un tanque. Espero que no sea porque para ellos la identidad catalana esté más cerca del tanque que del toreo.

En Quito pasa algo parecido, unos señores en nombre de no se sabe qué bien común han conseguido cargarse seguramente la Feria más próspera, multitudinaria, vitalista y rentable de toda la América taurina. Todo ello al amparo de la postura antitaurina de su Presidente Correa, capaz de tildar de tortura y violencia al toreo y de cuestionar al mismo tiempo la libertad de expresión queriéndola poner al control y al servicio del Estado que él controla.

Ante el asedio el toreo ha vuelto a responder con grandeza. Como lo hizo en Barcelona el célebre fin de semana del cierre de la Monumental. Esta vez ha sido El Juli el que ha dado una tarde de toreo memorable para gozo de los aficionados y escozor de los estúpidos. Seguramente no habrá cosa que más convulsione la mente de un estúpido que ver torear. Ponerse delante de los ojos semejante torrente de emociones, sensaciones y reacciones de júbilo sincero de la masa ante la belleza de ver a un hombre expresarse artísticamente ante un toro debe de trastornar la mente de cualquiera que se viese seguro y convencido de la maldad de la Tauromaquia y de sus perversos seguidores.

De nuevo el toreo reivindicándose con la mejor de sus armas, su capacidad de emocionar. A pocos kilómetros de Quito unos miles de aficionados entraron y abarrotaron en paz la placita de Latacunga, con esperanza de vivir la antología julista que luego presenciaron y se fueron en paz dichosos de haberse sentido libres por unas horas reivindicando la Fiesta íntegra prohibida en la capital.

Que no se preocupen en Quito y en Barcelona que cuando los taurinos volvamos a entrar en las plazas que la sinrazón de sus gobernantes nos cerraron no lo haremos subidos en un tanque.

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