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El zoco moruno

Lo más vergonzoso de lo ocurrido el pasado martes en el Congreso de los Diputados, es que, una vez más y de manera palpable, se puso de manifiesto que una gran minoría de parlamentarios…

Lo más vergonzoso de lo ocurrido el pasado martes en el Congreso de los Diputados, es que, una vez más y de manera palpable, se puso de manifiesto que una gran minoría de parlamentarios que viven de nuestros impuestos creen en la democracia solo como instrumento aprovechable para sus fines políticos. No están allí para defender los intereses del pueblo español sino para sacar adelante los de sus tribus y banderías. Al final hubo que cambiar cromos, y si se respetó mínimamente la ILP taurina –que es vox populi- fue por el compromiso del PP de apoyar con su voto la tramitación de la otra ILP, que trata de frenar los desahucios a través de la “dación en pago” de los pisos hipotecados. Causa justa donde las haya, que se debatió con el fondo de los cadáveres de un anciano matrimonio mallorquín, que eligió el suicidio agobiado por la barbarie bancaria. Nada que objetar. Antes al contrario, para cualquier ser civilizado y mínimamente sensible lo primero debería haber sido asegurar la tramitación de esa ILP. Es más, ni siquiera eso: la decisión de acabar con el repugnante acoso bancario debería haber sido sustanciada mucho antes y por decreto.

Sin embargo, las dos mociones populares salieron adelante por el procedimiento del “tú me das una cosa a mí y yo te doy una cosa a ti”, convirtiendo el Parlamento en un zoco moruno. Para eso no era necesario ni el salvaje y ofensivo discurso del representante de Esquerra Republicana, ni los retorcimientos argumentales del portavoz vasco, ni el florido manojo de mentiras y amenazas de la señora que le dio voz a CiU, en el que pasará a la historia como el acto parlamentario más lamentable y demostrativo de que esta clase política necesita ser renovada de arriba abajo, si queremos tener un futuro respetable como nación.