La Pincelada del Director
Ricardo de FabraRicardo de Fabra

Fabra y la plaça de bous, símbolos y sentimiento

El diestro y el coso valenciano, protagonistas del Aula LAS PROVINCIAS de este martes
José Luis Benlloch
lunes 26 de febrero de 2018

La jornada -a celebrar en el Centro Cultural La Beneficencia a las 19:30 horas- rendirá homenaje al diestro en el 50º aniversario de su alternativa, tomada el día de la reinauguración de la plaza de toros de Valencia.

Ricardo de Fabra Esteve (Alcàsser, Valencia, 1944) fue el primer brote verde de la Valencia taurina contemporánea. La historia pesaba como una maldición. A los grandes, desde Fabrilo a Félix Rodríguez, parecía perseguirles una maldición; las promesas no acababan de cuajar y desde El Choni andaba huérfana de toreros; la historia estaba por encima de la realidad; las vocaciones escaseaban y peor aún, la ferocidad especuladora de la época amenazaba a la propia plaza, una de las joyas arquitectónicas más referenciales de la ciudad, para la que ya se le había buscado nueva ubicación en el extrarradio de entonces, a la vera del actual estadio del Levante UD. Afortunadamente surgió Ricardo de Fabra, de Alcàsser, recriado en Torrent, torero valiente y muy ligado a los sentimientos de la tierra, que removió el ambiente e ilusionó a los aficionados: y apareció una autoridad competente, menos mal, que frenó aquel atropello premeditado de la piqueta, con una idea definitiva -“En lugar de derribarla, muéstrenla”- y se acometió la reforma más importante de su historia. Se derribó la valla que la ahogaba y el coso que diseñó el arquitecto Sebastián Monleón emergió majestuoso a la vista del mundo. Ambas cuestiones serán los temas del Aula LAS PROVINCIAS, el próximo martes, 27 de febrero, en el Centro Cultural La Beneficencia a las 19,30 horas.

El 10 de marzo de 1968 fue una jornada cargada de emociones. Los dos, Fabra y plaza, desde entonces caminarían de la mano hacia el territorio de las leyendas. Por la mañana las autoridades de la ciudad y la provincia, representantes de la empresa, entonces la “Nueva Plaza de Toros de Madrid S.A.” que había cambiado el coste de las obras por diez años de gestión y ante la presencia de numerosos aficionados, asistieron a una misa en el centro del ruedo y bendijeron el nuevo coso, en el que se había reducido la dimensión del ruedo, ganado varias filas de barreras e invertido en seguridad. Por la tarde, Julio Aparicio en presencia de Diego Puerta, le concedía la alternativa a Ricardo de Fabra. Valencia tenía un nuevo matador y una nueva plaza.

El 10 de marzo de 1968 fue una jornada cargada de emociones. Por la mañana se bendijo el nuevo coso; y por la tarde, Aparicio en presencia de Puerta, le concedía la alternativa a Ricardo de Fabra. Valencia tenía un nuevo matador y una nueva plaza

Retirado de los ruedos en Valencia el 15 de mayo de 1983, Ricardo vive en Torrent desde donde reparte su tiempo libre entre su afición a los toros y su otra pasión, los caballos de tiro, deporte que se ajusta cual traje de sastre a su espíritu valenciano más tradicional. Aunque su carrera de torero no alcanzó un remate tan brillante como prometía en sus comienzos, estuvo en todas las ferias, alternó con los mejores en una época de muchos grandes, Ordóñez, Camino, Viti, Puerta, Cordobés, incluidos dos toreros de su promoción, salieron juntos de novilleros, como Manolo Cortés y Miguel Márquez, sin olvidar que junto a Santiago López y Julián García pusieron el alma y ánimo a una Valencia taurina que por aquel entonces dependía en exceso de los gustos e intereses de Madrid y su empresa.

Fue torero de los considerados valientes, fácil con el capote, sus lances a pies juntos tenían armonía y su muleta maridaba bien con los cánones clásicos por mucho que sobresaliese ante todo su decisión y coraje para ir siempre adelante como consecuencia de un valor natural, de los que afloran sin esfuerzo. En su carrera hubo tardes de mucha gloria torera más allá de su etapa novilleril. Barcelona, Murcia, Almería o Granada, donde cortó dos rabos el día de su presentación, y sobre todo Valencia, le vieron triunfar a lo grande tras la alternativa. Uno de sus momentos más redondos llegó en la feria de Julio de 1969, tres orejas y un rabo la primera tarde, en la que Santiago López cortó tres apéndices, y otras tres y rabo en la segunda actuación en la que alternó con Manolo Martínez y Manolo Cortes, día memorable para su leyenda en la que sacó la senyera al ruedo reivindicando su valencianía.

Aunque su carrera de torero no alcanzó un remate tan brillante como prometía en sus comienzos, estuvo en todas las ferias y alternó con los mejores en una época de muchos grandes

Por todo ello le gusta repetir cuando le preguntas si han valido la pena las cornadas, los sinsabores y las renuncias. “Claro que han valido la pena. Si volviera a nacer sería torero de nuevo. I si tornara a nàixer atrà vega, Pepe, tornaría a ser torero. Segur”.

Un valiente muy valiente

Ricardo de Fabra nació en Alcàsser en 1944, aunque muy pronto su familia pasó a residir en Torrent, en un leve recorrido de sur a oeste sin abandonar la que entonces era huerta profunda. Sin antecedentes taurinos en la familia, sintió el aguijonazo del toreo en el ambiente de una vaquería familiar. Alaquàs es otro nombre que aparece en sus inicios toreros, en su campo de fútbol, el abuelo Flores, taurino de abolengo que había sido banderillero en la cuadrilla del gran Vicente Barrera, le enseña las primeras letras de la lidia. A falta de escuelas taurinas a la usanza actual y ganaderías, su aprendizaje real tiene como aula las plazas de los pueblos de la provincia, donde se enfrenta a ganado de escasas garantías y dudosa procedencia, incluido vacas de retienta y avisadas. La falta de oficio y la condición del ganado le castigan a diario con volteretas y cogidas. Nada que le haga retroceder, lo necesario para que su fama de torero valiente pusiese en pie las primeras piedras de su leyenda. Real de Montroi, en 1964, fue el escenario de su debut en público. Y ya todo fue un sin parar. Su nombre se convirtió en un fijo en todos los programas de las fiestas patronales que en la época hacían de los toros su atracción principal.

En su carrera hubo tardes de mucha gloria torera más allá de su etapa novilleril. Barcelona, Murcia, Almería o Granada, donde cortó dos rabos el día de su presentación, y sobre todo Valencia, le vieron triunfar a lo grande tras la alternativa

El año siguiente, 1965, incrementa el número de actuaciones, disminuye el número de cogidas y acaba la temporada dando el gran salto, toreando en Valencia primero en un festejo de noveles y finalmente en el festival del Montepío de Toreros. Alterna entre otros con los valencianos Laderas, Jose María Membrives, Pepe Luis Díaz… en la lidia de novillos de distintas ganaderías, entre los que hay un toro de Sánchez Fabrés que le dejan al neófito y con el que da la talla y avisa a los aficionados de que está preparado para empresas mayores.

El salto, su debut con picadores, se produce en las Fallas de 1966. Dos grandes cartelones con su imagen, al estilo de los que se utilizan para promocionar las grandes películas, cuelgan de las rejas que rodean la plaza. El suceso es el 16 de marzo, corta la oreja en sus dos novillos de García Romero y del impacto del torrentí habla bien a las claras el que lo repitiesen el 27 de marzo en que vuelve a cortar una oreja. Aquella temporada suma nueve actuaciones en la capital, cifra impensable en la actualidad, alternando con lo más florido del escalafón y otras seis al máximo nivel en la siguiente, entre las que destaca un mano a mano con Manolo Cortés en agosto, en el que ambos consiguen llenar la plaza y salir en hombros.

La temporada siguiente, 1968, es la del ascenso definitivo. La alternativa se saldó con una buena actuación, premiada con una oreja, pero sería en el mayo inmediato, alternando con Paco Camino y El Cordobés, tarde en la que corta cuatro orejas y un rabo, cuando da su auténtica dimensión. A partir de ese momento recorrió las principales ferias de España y debutó en Méjico, pero problemas con sus apoderados, contenciosos con la empresa de entonces de Valencia que había querido apoderarle, influyeron en su trayectoria, que tuvo sensibles altibajos aunque nunca nada ni nadie le pudo arrebatar su cartel de torero valiente, muy valiente.

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