Hay que dignificar los palcos Si un árbitro de fútbol no pitara un gol de libro marcado de penalty, en un partido entre dos equipos punteros de Primera División, le caería encima la crítica más acerba y su error o mala fe tendría consecuencias. Por ejemplo; sería recusado por el equipo perjudicado, se abriría un expediente sancionador y hasta es posible que, si los dañados por el “golicidio” fueran el Real Madrid o el Barcelona, el árbitro en cuestión podría quedar inhabilitado para volver a tocar el pito en un campo de fútbol. La felonía llenaría muchas páginas en los periódicos y espacios en televisiones y radios, aparte de que se investigaría si hubo algún interés crematístico que aconsejara al interfecto abstenerse de pitar el penalty en cuestión.