ENTREVISTA

Juan Leal: “La entrega ante el toro es innegociable, luego está el arte”

José Ignacio Galcerá
miércoles 01 de junio de 2022
Desde la primera vez que se sentó en las piedras del milenario Coliseo de Nimes, Juan Leal encontró su lugar en el mundo. Años más tarde, confirmó la conexión con la plaza desde abajo, en el ruedo, hasta las cuatro Puertas de los Cónsules consecutivas en una racha que se alarga desde 2019 hasta hoy. Ahora, este viernes pisará de nuevo la arena nimeña en la primera corrida de toros del 70º Pentecostés

Aunque nacido en Arles, su casa, taurinamente hablando, está unos kilómetros más al oeste, en Nimes. Desde la primera vez que se sentó en las piedras del milenario Coliseo, Juan Leal encontró su lugar en el mundo. Años más tarde, confirmó la conexión con la plaza desde abajo, en el ruedo, siendo él protagonista de triunfos que se fueron sucediendo desde aquella novillada en la que se alzó con el trofeo Capote de Oro hasta las cuatro Puertas de los Cónsules consecutivas en una racha que se alarga desde 2019 hasta hoy. En esta Feria de Pentecostés espera prolongar un idilio que ya mantuvieron dos de sus grandes referentes: Paco Ojeda y su padrino de alternativa, Sebastián Castella.

-¿Qué representa Nimes para Juan Leal?

-Mucho, muchísimo. Como aficionado me he criado entre las dos plazas, Arles y Nimes, que estando tan cerca una de la otra tienen personalidades distintas. Pero en Nimes tengo un feeling especial. Me arropan, me quieren, me siento feliz cada vez que toreo allí. Mis dos plazas son Nimes y Bilbao.

-En Nimes nunca han mirado su DNI…

-Me siento adoptado, no han mirado que sea de Arles para mostrarme siempre su apoyo. En Nimes la sensación que tengo es de ser muy querido, que encajo y que hay un diálogo entre torero y público. Recuerdo que de novillero salieron muy bien las cosas y tuve la suerte de poder elegir la plaza para tomar la alternativa, y me decanté por Nimes. Representa mucho para mí como torero y a nivel personal me siento muy acogido. Cuando te vas pronto de casa como fue mi caso, acabas siendo de todos los sitios y de ninguno. Yo vivo en Sevilla, pero no soy de Sevilla, lo mismo me ocurre en Madrid, llevo más tiempo en Sevilla que en Arles. He vivido en muchos lugares, pero lo que tengo claro es que en Nimes hay una comunión como antes la ha habido con otros toreros como Ojeda, Manzanares, El Juli…

“La libertad que tenemos los toreros de jugarnos la vida ha de ser la misma para tomar nuestras propias decisiones”

-¿Dejar su casa tan pronto, tan joven, le ayudó?

-Fueron momentos duros pero si mañana tuviera que empezar de nuevo haría exactamente lo mismo. Por difícil que haya sido, el camino era ese, es el que me enseñó mi padrino Sebastián Castella. Lo mínimo que podía hacer era seguir sus pasos. Visto con perspectiva, me ha beneficiado. En Francia hay grandes profesionales pero donde uno tiene que hacerse como torero es en España. Era lo correcto. Cuando eres joven tomas decisiones y a veces no salen como uno quiere, en ese momento entran dudas, surgen atajos, pero he seguido fiel a mi camino, sin coger esos atajos para seguir con lo que me había propuesto cuando salí de casa. Me queda mucho por andar pero repetiría los mismos pasos.

-Su carrera ha estado marcada por la fidelidad, a un concepto de torear, a una manera de actuar fuera de la plaza, siendo leal a los suyos.

-La libertad que siente un artista a la hora de expresarse tiene que ir de la mano de las decisiones que toma en la calle. Yo he tomado las mías, unas acertadas y otras equivocadas pero siempre han sido las mías. Cuando he sido apoderado por este o aquel ha sido porque lo he decidido yo, cuando he querido ir a una plaza u otra, ha sido también cosa mía, cuando he toreado poco y me he apuntado a corridas exigentes en plazas fuertes era porque yo quería. Salgan bien o mal, en mi caso salieron bien, pero si hubieran salido mal lo hubiera decidido yo, los pasos hay que darlos convencido. Es como cuando estás delante del toro y lo ves claro por el pitón izquierdo y alguien te dice que cojas la derecha… ¡no! sigue por la izquierda aunque el toro embista mejor por la derecha. Hay que estar seguro de uno mismo, de tus capacidades y hay que ir hasta el final en lo que uno se propone. La libertad que tenemos los toreros de jugarnos la vida ha de ser la misma para tomar nuestras propias decisiones.

-¿Nunca se ha sentido obligado?

-Obligado, no, presionado puede ser porque tú tomas decisiones según las necesidades de tu carrera. Te sientes presionado pero siempre hay varias opciones. Por ejemplo, cuando me apunté a la de Miura en Bilbao mi entorno no lo veía claro pero yo sí, ahí estaba presionado por ellos porque no querían que lo hiciera pero yo sí quise hacerlo. Nadie me ha obligado a hacer nada.

-Ahora mismo ocupa el trono del toreo francés, es el principal torero de su país.

-Si miramos las estadísticas, sí, soy el único torero francés que está en las ferias, pero nunca me he parado a pensarlo. En este aspecto, vuelvo a referirme a Sebastián Castella, él cuando quiso ser torero no quiso ser solamente figura en Francia, lo quiso ser en todos lados y lo consiguió. La consideración de figura ha de ser en todas las plazas. A mí eso de ser el número uno en Francia ni me va ni me viene. No es mi meta ni mi objetivo, quiero ser un torero importante pero no solo en Francia, también en España y en América.

-El reconocimiento lo tiene, está en casi todas las ferias de su país, va bien colocado con las figuras…

-Ese reconocimiento pasa también en otras ferias y no es por el hecho de ser francés, es por haber llegado a la plaza y haber triunfado. En Bayona el año pasado corté tres orejas y este año me ponen con Roca Rey, pero si fuese sevillano habrían hecho lo mismo. A mí no me han regalado nada en mi país por el hecho de ser francés. En Nimes vuelvo este año porque abrí dos veces la Puerta de los Cónsules en 2021. Estoy anunciado en todas las ferias de Francia menos en Beziers y en Mont de Marsan, pero sé perfectamente que si no salen bien las cosas el año que viene me quedo en casa.

“La entrega ante el toro es innegociable. Luego está el arte. Esa parte heroica, de riesgo, de exposición, no se debe perder nunca. Lo hacían los gladiadores y lo hacemos los toreros dos mil años después”

-En las dos primeras corridas de toros que ha toreado este año se ha visto una evolución artística en su toreo.

-Al menos yo la he buscado. Me alegra que se haya percibido.

-¿Hacia dónde va?

-Mi fundamento es la entrega pero a todos nos gusta dar veinte muletazos profundos y ralentizar las embestidas del toro. Pero los dos conceptos, la entrega y el clasicismo, pueden ir de la mano. Si me reafirmo en que un torero no puede perder nunca la entrega, luego toreará mejor o peor, más depurado o menos, pero la entrega delante del toro es innegociable. Yo me he decantado por la entrega más que por el toreo clásico porque lo siento así, pero mi evolución va encaminada a torear con más profundidad. La evolución de un torero requiere tiempo y yo he aprovechado estos dos años de pandemia para trabajar el toreo de salón, luego probarlo en el campo y poco a poco mostrarlo en la plaza. Es un proceso largo en el que un torero debe reflexionar y saber lo que le falta. Me he acercado a personas que me han ayudado a profundizar en el toreo. 

-Al final el pasado año incorporó a Curro Molina a su apoderamiento. Algo habrá tenido que ver en ese proceso del que habla…

-Sí… lo importante es ser consciente de tus carencias y acercarte a la persona que más tiene de lo que a uno le falta y de lo que a él le sobra. Es lo que he tenido que hacer. Me he acercado a varias personas, hoy en día el equipo que tenemos montado me está aportando mucho.

-Pero su esencia es lo que marcaron Ojeda, lo que fue Dámaso González… En esos terrenos da la sensación de que se siente muy cómodo.

-Y lo estoy, ahí es donde siempre y donde más a gusto estoy, donde siento que mando yo, donde puedo escoger dónde engancho al toro, dónde lo suelto, dónde marco si el muletazo es más corto o más largo, noto que ahí hay mucha más verdad. Yo respeto todos los conceptos y formas, pero llamar a un toro a veinte metros que viene con la inercia… a mí me gusta estar dentro de ellos, en un cara a cara de verdad. Decir: “Te vas a parar cuando yo diga, te vas a arrancar cuando yo quiera”. Esa es mi forma de expresarme pero he entendido que hay momentos para hacerlo. En mi trayectoria he abusado un poco de eso pero es donde yo disfruto. Me quería comer el postre antes del primer plato, pero ahora me he dado cuenta de que también se disfruta un primer plato, luego un segundo y al final el postre. En esa evolución ando metido.

-¿Se es impaciente con los toreros?

-Puede ser. Hay que tener en cuenta que pasas de ser novillero y de torear con personas que tienen tu misma experiencia a estar acartelado con maestros con diez años de antigüedad o más. Las diferencias son abismales artísticamente hablando. En mi caso el primer impaciente soy yo por demostrar lo que puedo ser.

“En los terrenos del toro siento que mando yo, te vas a parar cuando te diga, te vas a arrancar cuando quiera, me digo. Esa es mi esencia, pero he entendido que hay momentos para hacerlo. A veces he abusado de eso. Me quería comer el postre antes del primer plato”

-Estando en Nimes, en el Coliseo, ¿uno se siente gladiador o artista?

-Un poco gladiador, el escenario invita a ello. Cuando estás en el patio de cuadrillas de Arles piensas en los juegos de tierra que se hacían y te vienen a la cabeza los leones, y cuando estás en Nimes en los juegos de agua y los cocodrilos. Es historia de la humanidad.

-Dicho así suena a guerra, a batalla.

-Hace falta esa parte heroica, al final es un hombre contra una bestia, aunque hay que crear una obra de arte. El gladiador moría a veces, como también morimos los toreros. Esa parte de riesgo, de exposición, no se debe perder nunca. Luego está el arte que no tenían los gladiadores y es lo que nos diferencia de ellos, pero el riesgo estaba en lo que ellos hacían y lo sigue estando en la tauromaquia dos mil años después.

-La entrega pues es innegociable.

-Pero no solo aquí en Nimes. En Madrid o Bilbao no había gladiadores y hay que entregarse igual.

-O más.

-Eso. O más.

“No soy tan mayor para dar una alternativa…”

Juan Leal tomó la alternativa el 19 de mayo de 2013 en la Feria de Pentecostés de Nimes. Con apenas nueve temporadas como matador de toros, el diestro galo se convertirá el próximo 2 de junio en Madrid en padrino de un nuevo torero, Rafael González, que se doctorará en Las Ventas de Madrid. “No soy tan mayor”, dice en primera instancia entre risas Juan Leal. “Son circunstancias que ocurren. Es cierto que estamos acostumbrados a que las alternativas las den toreros con más años como matador que los que llevo yo, pero me llena de orgullo ser padrino de un torero. Y además hacerlo en Madrid. Va a ser nuevo para mí”, señala. ¿Ha pensado ya lo que va a decir en el discurso de la ceremonia?, preguntamos. “Tener el guion preparado no es bueno ni delante del toro ni para dar una alternativa. Le diré lo que me salga en ese instante. Las palabras en un momento así son muy íntimas. Yo de hecho nunca he dicho a nadie lo que me dijo Sebastián Castella en mi doctorado”, confiesa.

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