LEYENDAS.- JUAN ANTONIO RUIZ "ESPARTACO"

La paz del guerrero

José Luis Benlloch
lunes 24 de febrero de 2014

Ha acudido puntual. Sin atisbo de vedetismo. Tan correcto como siempre, fluido en su discurso. Sonrisa abierta. Fiel al toreo que fue su guía. Y a su gente. Seguramente más locuaz que entonces como si la responsabilidad pública le pesase menos. Suéter de pico, camisa sport, chinos… desnudo de vanidad, generoso en su sonrisa. Le escuchas y le crees. Tiene el perfil de un hombre actual en tiempo de descanso pero la historia está ahí: cinco veces cruzó entre volandas y clamores la Puerta del Príncipe, cinco nada menos aunque seguramente sus mejores obras, la del toro de Cebada Gago, su mejor faena en la Maestranza, o la que le hizo al de Murteira no tuvieron tan glorioso epílogo.

“Me veo en vídeo y reconozco que toreo mucho mejor ahora pero sigo pensando que fui mejor torero al principio. Lo importante son siempre los principios, si los finales son buenos se debe a que hubo unos principios y una trayectoria determinada”

“Yo lo pasaba muy mal en las vísperas. Mi mérito ha sido superar esos momentos. Me asaltaban todas las dudas del mundo. Yo le decía a don Pablo Lozano: Yo creo que usted se ha equivocado, que yo no soy de hacer las cosas que usted piensa que puedo hacer”

“Con la perfección se pierde la emoción y el toreo es emoción. Es más, puede ocurrir que cuando mejor se torea menos se interese o menos gente lleves”

“Si un torero sale a hombros y te dices ¡Qué alegría, ha cortado cuatro orejas! y resulta que tú ese día has cortado una, entonces mal. Tú no estás para competir, tú has perdido el celo necesario”

– “En alguna ocasión me he podido enfadar con los periodistas pero entiendo que soy una persona pública, que nosotros somos conocidos y hemos ganado el dinero que hemos ganado gracias a que hay gente como ellos que han hecho de nuestra situación una imagen pública, así que no nos podemos enfadar. Me pueden doler ciertas cosas pero no me puedo quejar”

– “Paquirri me deslumbró y también Palomo. Luego hubo otro, Ojeda, que fue único. El sitio que pisaba en el tercer o cuarto muletazo sin estar el toro entregado, para mí era algo extraordinario. Eso no era algo fácil de digerir para nosotros. Por eso fue lo que fue”

Lea AQUÍ la entrevista completa en su Revista APLAUSOS

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