Ha acudido puntual. Sin atisbo de vedetismo. Tan correcto como siempre, fluido en su discurso. Sonrisa abierta. Fiel al toreo que fue su guía. Y a su gente. Seguramente más locuaz que entonces como si la responsabilidad pública le pesase menos. Suéter de pico, camisa sport, chinos… desnudo de vanidad, generoso en su sonrisa. Le escuchas y le crees. Tiene el perfil de un hombre actual en tiempo de descanso pero la historia está ahí: cinco veces cruzó entre volandas y clamores la Puerta del Príncipe, cinco nada menos aunque seguramente sus mejores obras, la del toro de Cebada Gago, su mejor faena en la Maestranza, o la que le hizo al de Murteira no tuvieron tan glorioso epílogo.
– “Me veo en vídeo y reconozco que toreo mucho mejor ahora pero sigo pensando que fui mejor torero al principio. Lo importante son siempre los principios, si los finales son buenos se debe a que hubo unos principios y una trayectoria determinada”
– “Yo lo pasaba muy mal en las vísperas. Mi mérito ha sido superar esos momentos. Me asaltaban todas las dudas del mundo. Yo le decía a don Pablo Lozano: Yo creo que usted se ha equivocado, que yo no soy de hacer las cosas que usted piensa que puedo hacer”
– “Con la perfección se pierde la emoción y el toreo es emoción. Es más, puede ocurrir que cuando mejor se torea menos se interese o menos gente lleves”
– “Si un torero sale a hombros y te dices ¡Qué alegría, ha cortado cuatro orejas! y resulta que tú ese día has cortado una, entonces mal. Tú no estás para competir, tú has perdido el celo necesario”
– “En alguna ocasión me he podido enfadar con los periodistas pero entiendo que soy una persona pública, que nosotros somos conocidos y hemos ganado el dinero que hemos ganado gracias a que hay gente como ellos que han hecho de nuestra situación una imagen pública, así que no nos podemos enfadar. Me pueden doler ciertas cosas pero no me puedo quejar”
– “Paquirri me deslumbró y también Palomo. Luego hubo otro, Ojeda, que fue único. El sitio que pisaba en el tercer o cuarto muletazo sin estar el toro entregado, para mí era algo extraordinario. Eso no era algo fácil de digerir para nosotros. Por eso fue lo que fue”