La Revolera

La “septimanía” de Las Ventas

Paco Mora
martes 01 de junio de 2010

Las Ventas del Espíritu Santo de Madrid tienen días malos y días peores, en los que torear en su arena es un auténtico calvario. En sus tendidos coexisten dos maneras de ver la Fiesta…

Las Ventas del Espíritu Santo de Madrid tienen días malos y días peores, en los que torear en su arena es un auténtico calvario. En sus tendidos coexisten dos maneras de ver la Fiesta, sobre todo por San Isidro. Un amplio sector, nucleado por “el siete”, al que le basta ver asomar la punta de un pitón por la puerta de chiqueros para saber si un toro es bravo, manso, fuerte, flojo, respetable o una cucaracha digna de ser abroncada durante toda su lidia. Es el mismo que pretende llevarle la mano al torero y decide como ha de colocar el pico de la muleta en el cite –dichosa manía, puesto que pico tienen los patos y no las muletas-, cuando está centrado con la fiera o fuera de cacho. Basta un solo pase al desgaire para que a su autor ya no le valoren nada de lo que pueda hacer a lo largo de la tarde. Ese público es tan sabio y exquisito que incluso se inventa toreros para su exclusivo uso y disfrute, aunque no gusten en ninguna otra plaza del mundo. Luego está la mayoría, entre la que se encuentran los buenos aficionados, que se somete dócilmente a las exigencias de los “septimios”.

El pasado miércoles día 26, demostraron lo crueles que pueden llegar a ser en su puesta de espaldas a un torero. Juan José Padilla estuvo hecho un tío toda la tarde, con una nada fácil corrida de Samuel Flores, e incluso en uno de ellos hizo méritos para que se le concediera una oreja. Pero ¿quién es el presidente capaz de llevarle la contraria a “los del siete”, que han decidido que Padilla es poco más que un bulto sospechoso en el toreo? ¡Qué les importa a ellos un historial repleto de cicatrices y honestidad profesional!

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