La Revolera

Lamarca, te echamos de menos

Paco Mora
miércoles 19 de mayo de 2010

Continuamos para bingo. No habrá quien me lo quiete de la cabeza: Hay que apear de los palcos presidenciales…

Continuamos para bingo. No habrá quien me lo quiete de la cabeza: Hay que apear de los palcos presidenciales, primero a los policías que presidan por el solo hecho de serlo y después a aquellos que sin serlo carecen de sensibilidad para juzgar la labor de los toreros. Los primeros porque están formados –y eso es bueno- en un principio de autoridad y una rigidez que no se compadecen con las condiciones necesarias para decidir en disciplina tan delicada. Los segundos porque se dejan llevar por el frío estilo del funcionario de turno.

Madrid, tarde de domingo y en el cartel tres legionarios del toreo ante toros de Dolores Aguirre. La Fiesta en estado químicamente puro, sin mezcla de frivolidad alguna. Una de esas tardes en las que el “aquí se muere de verdad” adquiere su más estricto sentido. Rafaelillo, a los ojos de cualquier aficionado con el corazón abierto a la verdad del toreo, hizo méritos sobrados para abrir la puerta grande de la calle de Alcalá y se fue andando al hotel. Aplaudido por los miles de espectadores que habían presenciado su heroica tarde en la Monumental de Las Ventas, pero andando. Y todo porque a un presidente, cuyo nombre y circunstancia ignoro porque, repito una vez más, nunca he sacado una entrada para ver a un desconocido entronizado en su palco, por mucho que se crea protagonista de la tarde, no le dio la real gana de valorar la gesta del pequeño, valiente y torerísimo murciano. ¿Para cuándo el colegio de presidentes taurinos, como existe para los árbitros de futbol? ¡Basta ya de quien manda, manda y cartuchera al cañón! El toreo es un arte para gente sensible. ¡Ay Lamarca, cuanto te echamos de menos…!

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