La revolera

Tres torerazos, tres

Paco Mora
lunes 19 de marzo de 2012

Esencia de torero caro ha dejado José Mari Manzanares en el ruedo de la plaza de toros de la calle de Xàtiva. Arte, ciencia, valor sereno y torería de esa que brota de la profundidad de los genes…

Esencia de torero caro ha dejado José Mari Manzanares en el ruedo de la plaza de toros de la calle de Xàtiva. Arte, ciencia, valor sereno y torería de esa que brota de la profundidad de los genes y que lo impregna todo de un halo especial. Bravo y encastado fue el toro segundo de la tarde y primero de su lote, de la ganadería del yerno de “Pichorrongo”, pero había que saber verlo y darle el tratamiento que le dio el alicantino con una faena diamantina engarzada en oro de muchos quilates. No se puede torear con más empaque, dando el medio pecho y las plantas clavadas en el albero, girando la cintura como un gozne en cada pase para quedar colocado en el sitio exacto sin quitarle al morlaco la muleta de la cara. Eso es torear y lo demás son aproximaciones y variaciones sobre el arte de Cúchares. ¿Por qué no el arte de don José María Dols Abellán, que tan bien ha sabido asimilar y engrandecer su hijo? ¡Qué alegría ver torear así! El quinto no parecía hermano del segundo y menos mal que cayó en manos del “brujo de la terreta”, porque a cualquier torero con menos enjundia lo habría llevado por la calle de la amargura.

Talavante está en gracia. Valiente siempre lo fue, pero ahora es un pozo de creatividad y sentido de la improvisación con capote y muleta. Y con la  espada un cañón. Buena tarde la del extremeño. ¿Quién dijo que se parecía a quién? ¡Vamos ande…! Sólo se parece a sí mismo y además madura a pasos agigantados. “Talavante for president”. Ya lo verán…

Y como los últimos serán los primeros, en su sitio estuvo firme y resuelto como si no hubiera pasado nada ese ejemplo de voluntad, superación y hombría que responde al nombre de Juan José Padilla. Y además en el que abrió plaza, encastado y repetidor, aunque justo de fuerzas quizás por una inoportuna voltereta al recibirlo el jerezano con el capote, Padilla toreó con gusto con la capa y con la pañosa, demostrando que cuando un toro le embiste con  nobleza no necesita de romances de valentía para triunfar. Tarde de tendidos llenos y emociones fuertes. Tarde de Fallas, donde solo los caireles brillan tanto como las luces de las calles de Valencia.

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