Lo más traumático que le ha ocurrido últimamente a la Fiesta Nacional -que lo es por mucho que ello irrite al nacionalsocialismo separatista-, ha sido la prohibición en Cataluña de las corridas de toros. Pero no dramaticemos en demasía, porque a lo largo de su historia el toreo ha sufrido muchos ataques de los que ha salido reforzado. En México, incluso se llegó a la prohibición por decreto del presidente de la República Venustiano Carranza. Situación que se prolongó desde 1916 a 1920. Pero el destino se burló del prohibidor cuando en 1982 un sobrino-nieto suyo tomó la alternativa, convirtiéndose en uno de los toreros más importantes de aquel país. Me refiero a Manolo Martínez, que pasó por España de puntillas pero en América fue una cumbre de la tauromaquia. Aquí, reyes y papas también intentaron acabar con la Fiesta aunque, como Carranza en México, sólo lograron revitalizarla.
Lea el artículo completo en su revista APLAUSOS