El 9 de diciembre de 1926 vino al mundo Luis Miguel González Lucas, Luis Miguel Dominguín en los carteles, gran figura entre finales de los años 40 y comienzos de los 70 del pasado siglo. Arrogante y valiente frente al toro, su carácter y ambición torera llevaron al menor de los hijos de Domingo Dominguín a lo más alto de la profesión.
Hijo y hermano de matadores de toros, desde muy niño comenzó a torear. Arrancó toreando festivales a finales de los años treinta y visitó por primera vez el chispeante en Linares en 1939. Tras actuar en muchos festejos con sus hermanos Domingo y Pepe -por aquel entonces novilleros- marchó a América donde, el 23 de noviembre de 1941, en la plaza de Bogotá, Domingo Ortega le dio una alternativa que no tendría validez en España, donde seguiría actuando como novillero con gran éxito en todas las plazas. El 2 de agosto de 1944, de nuevo Domingo Ortega le inviste matador de toros, esta vez en La Coruña y con su hermano Domingo de testigo de la ceremonia. El toro del doctorado, de Samuel Hermanos, se llamó “Cuenco”, mientras que el de la confirmación de alternativa en Las Ventas, que llegó el 14 de junio del año siguiente de manos de Manolete y en presencia de Pepe Luis Vázquez, atendió por “Secretario” y lució el pial de Antonio Pérez. Consagrado como figura antes de que llegaran los años 50, en 1948 entró a formar parte del selecto club de toreros que han llegado a las cien corridas en una misma temporada. Retirado del toreo en España en varias ocasiones durante la década de 1950, torea con cierta asiduidad en las plazas americanas. Metido a ganadero y casado con la bella artista italiana Lucía Bosé, reapareció a comienzos de los setenta y toreó su última corrida el 1 de diciembre del 73 en Quito, tarde en la que estuvo acompañado por Palomo Linares y el toricantano local Edgar Peñaherrera y en la que sufrió la fractura del peroné de la pierna derecha. El 8 de mayo de 1996 falleció en su casa de la urbanización gaditana de Sotogrande, yéndose para siempre un torero polémico y excepcional, de una personalidad incuestionable, elogiada o combatida, pero ineludible en el ámbito de la Fiesta de su tiempo.
