Ser una de las ganaderías más señeras del campo bravo tiene un precio: el de la constancia. Eso se consigue con muchas horas de dedicación. Tanto en invierno, con los rigores de la Sierra Norte de Sevilla, como en verano, con el sofocante calor que asola los parajes de Almadén de la Plata, municipio en el que se enclava La Capitana, la finca ganadera en la que el recordado Luis Algarra Polera erigiese la ganadería que legó a sus hijos para que mantuviesen bien alto el pabellón de la regularidad, que se traduce en embestidas enclasadas de un toro con marca propia.
– “El sello de mi padre va a quedar de por vida. Igualarte con una persona así de carismática y con tanta afición es imposible”
– “Aquí te pegan unos palos que se te va toda la vanidad. En cuanto te salga una corrida medio regular te quitan de un plumazo”
– “El peso y las caras ha sido un hándicap para lidiar en algunos sitios. Aun así, no quiero sacar a mi toro de tipo, quiero mantenerlo en lo que siempre ha sido”
– “Hoy las faenas son larguísimas y el toro es cada vez más grande, por lo que tiene que tener mucha raza dentro para que dure. Tienes que seleccionar en bravura, pero siguiendo el parámetro de la clase”
– “A los ganaderos nos tendrían que dar un premio por lo que hemos aguantado estos años de crisis. Porque esta Fiesta se sustenta en definitiva sobre el toro, que es su verdadero patrimonio artístico”
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