La Pincelada del Director

De José Tomás a Pamplona, dos islotes

La Fiesta necesita de esos chutes de vigencia. Cuando tanto se señala su declive, dar con la tecla de la movilización, sentirse y mostrarse capaces de levantar pasiones es pura vida. Así que el fenómeno JT se acepta y se glosa
José Luis Benlloch
martes 03 de julio de 2018

El fin de semana lo marcó José Tomás. Negarlo es del género tonto, con perdón. No sé si lo logró con la misma fuerza que en temporadas anteriores o las anteriores a las anteriores, pero lo logró con fuerza. Agotar el aforo con los abonos, es decir, agotar el papel tres días, y más en plaza como aquella, es mucha fuerza. A cada cual lo suyo. Luego en el aspecto artístico, al decir de las crónicas no defraudó a los miles de devotos y aficionados que procesionaron hasta Algeciras, más bien al contrario, y ya de vuelta poco menos que agotaban los adjetivos elogiosos. Aun rebajando el grado de euforia, sigue trasluciéndose una gran tarde. Por él y por Perera, que no quiso quedarse atrás. Por tanto no cabe más que alegrarse.

La Fiesta necesita de esos chutes de vigencia. Cuando tanto se señala su declive, dar con la tecla de la movilización, sentirse y mostrarse capaces de levantar pasiones es pura vida

La Fiesta necesita de esos chutes de vigencia. Cuando tanto se señala su declive, dar con la tecla de la movilización, sentirse y mostrarse capaces de levantar pasiones es pura vida. Así que el fenómeno JT se acepta y se glosa. Al menos debería aceptarse y glosarse y luego, si uno quiere, se discute, al fin y a la postre el toreo es disciplina de lo más pasional en la que la discusión y la divergencia de opiniones van en su ADN. Nunca se descalificó o dejaron de ser aficionados los gallistas por no ser belmontistas ni al contrario, y discutir vaya si discutieron. ¡Y tanto! Por discrepar discrepó hasta el clero, que se negó a ceder el palio para recibir a Juan. ¡Si al menos hubiese sido para José! Por todo ello lo que se ha vivido el fin de semana en torno al de Galapagar hay que valorarlo en lo que vale, que es mucho.

Lo mejor es que más allá de JT y de Pamplona la Fiesta sigue. Renqueante, a la espera del mesías pero sigue. Y en algunos casos, como los citados, de manera deslumbrante

Desde la equidistancia, la situación me genera una sensación agridulce, me emociona y disgusta a partes iguales. Me emociona esa realidad puntual. ¡Eso, eso es el mundo del toreo! te dices, justo lo que se necesita para que nos dejen de tocar las narices; y a la vez me disgusta, me provoca un profundo coraje, la falta de continuidad que convierte en insuficiente tardes como la de Algeciras y no me refiero a la del propio José Tomás, que a estas alturas más allá de tener el derecho de gestionar su carrera tal y como le apetezca, seguramente haya cumplido ya su trayectoria competicional, lo que me encorajina es que no haya nada o muy poco detrás de este decorado, que no haya aparecido todavía, ya se hace urgente, quien o quienes logren revitalizar el toreo por lo clásico o por lo innovador, con más toro o con menos toro, al fin y a la postre tampoco es que José Tomás se haya distinguido y menos ahora por una apuesta por el toro más allá de lo que lo han hecho sus coetáneos.

No es JT el único caso o marca que evidencia el potencial dormido de la Tauromaquia. Pamplona es el ejemplo más palpable. No hay feria más plena: durante una semana completa el mundo entero vivirá pendiente de sus fiestas

Y en esa coyuntura de ansiedad estamos, a la espera de que salga o salgan quienes den con la tecla de poner el toreo en las primeras páginas de la actualidad más allá de noviazgos o excentricidades varias que tanto han cotizado los últimos años. Que salgan y luego si quieren los discutimos o los despellejamos, pero que salgan. A los movimientos anti, a las administraciones egoístas, a la indiferencia social, solo se les frena con toreros que encandilen, con plazas llenas, con el interés general, con las pasiones desbordadas. No se conoce otro método, siempre fue así. Por ello el caso JT es importante, porque sirve de recordatorio de lo que fue y debe volver a ser y porque al menos una vez al año o dos o tres… las que quiera o pueda, ilusiona a muchos y nos recuerda una realidad que fue y se necesita que vuelva a ser.

Los sanfermines, especie de gran burbuja taurina, también en lo que se refiere al trato justo, en los próximos días exhibirá músculo de atleta en esa travesía del desierto en la que estamos sumidos. Un gozo

No es JT el único caso o marca que evidencia el potencial dormido de la Tauromaquia. Pamplona es el ejemplo más palpable. No hay feria más plena, ni siquiera la misma Pamplona ha vivido momentos de mayor plenitud social que en este tiempo. Durante una semana completa el mundo entero vivirá pendiente de sus fiestas. Una anécdota, un albur, un incidente, un accidente, un éxito, una maldad se engrandecerá como nunca sucedió. Es tal su plenitud y su proyección que no hay plaza suficiente para tanta demanda, ni mayor curiosidad social, ni siquiera aparecen quejas en el entramado taurino con tantos motivos como tiene para la queja, ni siquiera entre los más desfavorecidos que encuentran al amparo de San Fermín el alivio y el pan de cada año. Pamplona, especie de gran burbuja taurina, también en lo que se refiere al trato justo, en los próximos días exhibirá músculo de atleta en esa travesía del desierto en la que estamos sumidos. Es un gozo, una alegría, una referencia, una pequeña venganza. Ni los principales enemigos, o sea se, los intereses políticos, los anti y demás tocanarices, se atreven en las proximidades de la calle Estafeta a ir más allá del amago o gesto simbólico, de la probatura o la contradicción egoísta que supone negarlo y todo seguido participar de sus puestos más honoríficos, caso de algunos presidentes de corrida. Lo mejor es que más allá de JT y de Pamplona la Fiesta sigue. Renqueante, a la espera del mesías pero sigue. Y en algunos casos, como los citados, de manera deslumbrante.

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