Es uno de esos toreros a los que siempre hay que esperar, la distinción y la clase de su toreo así obligan a hacerlo. El concepto de David Galván cotiza al alza y más en los tiempos actuales en los que la personalidad no abunda y se echa a faltar. A su favor juega que mantiene el crédito entre los aficionados, nunca lo ha perdido pese a todo, y que su situación en el escalafón le convierte en un torero poco visto. El gaditano posee unas condiciones innatas que invitan a pensar que tiene que ser sí o sí.
– “Estoy harto que digan que soy buen torero. Quiero que me insulten, que digan: “Cómo torea el cabrón este…”. Aquello de “qué buen torero” me suena a consolación y en el toreo te tienen que respetar, no tener compasión”
– “Me habrá faltado algo, llámele madurez o evolución, lo que sea, pero una cosa está clara, hasta ahora, el momento de ponerme donde quiero no ha llegado”
– “Muchos de los que confiaban estarán escépticos, dudarán de mí y se habrán bajado del barco, pero más pronto que tarde se tendrán que volver a subir”
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