El panorama de las novilladas con picadores es desolador. Las empresas aducen que son muy costosas, algo en lo que llevan razón. De todas formas, se nos escapa que si no se celebran la cantera del toreo se puede extinguir y más tarde o temprano lo lamentaremos.
El panorama de las novilladas con picadores es desolador. El número de novilladas picadas ha bajado de forma notable. Las empresas aducen que son muy costosas, algo en lo que llevan razón. De todas formas, se nos escapa que si no se celebran la cantera del toreo se puede extinguir y más tarde o temprano lo lamentaremos. No hay que conformarse con el repunte que experimentan las becerradas. El futuro del toreo se encuentra en los que ya están capacitados para torear utreros.
Si miramos el escalafón de novilleros de 2016 se puede comprobar que sólo tres novilleros han superado las veinte novilladas: Manolo Vanegas, Luis David Adame y Pablo Aguado. Y que el que ha quedado en primer lugar apenas llega a veintiocho en toda la temporada. Hace veinte años, en la temporada de 1996, el número de novilleros que superó las veinte actuaciones fue de veinticinco. Veinte años será mucho tiempo, o poco, pero la diferencia es abismal. En aquella relación de novilleros de 1996 hay nombres como Antonio Ferrera, Eduardo Dávila Miura, Morante de la Puebla, Curro Díaz, Uceda Leal y Eugenio de Mora. En la lista de los que han toreado más de diez festejos este año aparecen veintiún aspirantes. Miren el escalafón. Cuando pasen diez años, ¿cuántos serán matadores de toros en activo?
Admitido lo de la carestía, es urgente que se tomen medidas para organizar novilladas picadas, que son la auténtica base del toreo. Y es algo que compete a todos. Es cierto que parte de la solución sería la bajada de impuestos que gravan estos espectáculos, pero mientras, lo que no parece sensato es dejar de organizarlas sin más explicaciones.
En los carteles de algunas ferias que se han anunciado ya este año falta la novillada picada. Bueno sería recordar que en estas primeras ferias del año se dieron a conocer novilleros que llegaron a figuras del toreo. En Castellón deslumbró un año Enrique Ponce, sólo por dejar una muestra. Me pregunto si al no organizar novilladas picadas estamos frenando el camino a algún torero importante. Es cierto que quien tiene condiciones llega siempre, pero supongo que será más fácil si pueden torear en sus comienzos.