La Plaza México celebró este lunes su LXXVIII aniversario por todo lo alto. Se esperaba con ganas esta tercera corrida de la temporada de la reapertura para despedir con honores a un gigante: Pablo Hermoso de Mendoza. Un lleno impresionante -se colgó el ansiado cartel de “No hay boletos”- recibió al navarro y a sus compañeros de cartel, Ernesto Javier “Calita” y Arturo Gilio. Tras algunos días de incertidumbre por la celebración del festejo ante la última agresión judicial antitaurina, la razón y la libertad prevalecieron.
El festejo estuvo cargado de simbolismo y sentimiento desde el inicio con la interpretación del Himno Nacional Mexicano ante una gran bandera nacional que presidía el ruedo y los gritos unánimes de “Libertad, libertad” y “México, México”, para dejar claro que México quiere toros y los quiere para siempre. A continuación se abrió al paseíllo encabezado por cuatro charros, entre los que figuraba como sorpresa, el cantante y amigo personal de Pablo Hermoso de Mendoza, Pepe Aguilar.
En homenaje a la gente que tuvo la fortuna de presenciar hace 78 años la inauguración de la monumental Plaza México, el señor Emilio Checa, quien está próximo a cumplir 100 años de edad, la empresa le hizo entrega de una placa por ser uno de aquellos que estuvieron en el primer día del coso.
Por la mañana, se decidió por las autoridades y actuantes que para no alterar mucho el orden, dado que había una confirmación de alternativa y eso provocaba que el navarro tuviera que actuar en tercero y cuarto lugar, ambos toros seguidos, se decidió que lo hiciera en tercer y sexto puesto.
Pablo Hermoso de Mendoza brindó a los hermanos Alejandro y Juan Pablo Bailleres y a través de ellos a todo el pueblo mexicano, su apoyo durante estos años y su defensa de las tradiciones, principalmente la tauromaquia. A su primero lo templó muy bien de salida, ya que siempre embestía dando un golpe final en la reunión. Tras el primer rejón de castigo, el toro se aplomó y ya no sería hasta la segunda banderilla cuando el toro se viniera arriba pero sin ritmo. Fue un toro muy parado y que cuando se movió lo hizo con brusquedad.
El sexto se lo brindó el jinete a su familia, a su esposa Miren y sus hijos Paula, Guillermo y Alba. Era la última bala y el navarro apostó fuerte para que los más de cuarenta mil espectadores que habían ido a verle le pudieran sacar en volandas por la puerta grande más larga del mundo. Con Nómada lo galopó en largo y pese a que el toro pedía a gritos un segundo castigo, optó por dejarlo con uno. A lomos de Berlín, lo libró con toques suaves frente a la velocidad que traía el de Los Encinos. A partir de aquí todo fue perfecto, hermosinas, galopes de costado y toreo frontal. Un auténtico recital de ambos y Pablo. Cuando Pablo saltó a la arena con Malbec, Las Golondrinas comenzaron a sonar y a ser cantadas por el público llenando de emoción el recinto. Con el toro más parado y renunciando a la pelea, tiró de piruetas con Generoso, clavando dos cortas y realizando la suerte del teléfono. Mató de un rejonazo y la emoción se desparramó por toda la edificación de la Plaza México. Nadie se movió hasta que Hermoso de Mendoza abandonó a hombros de su hijo Guillermo y fue trasladado así hasta la cercana calle Insurgentes bajo los gritos de ¡torero, torero!
A pie, Arturo Gilio confirmó alternativa apadrinada por Ernesto Javier “Calita” y ante la presencia de Pablo Hermoso de Mendoza. Gilio brindó a su padre, el matador de toros, ganadero y empresario Arturo Gilio Hamdan y, entonces, se fue a tablas, de rodillas, para empezar con pases por alto, un cambiado por la espalda y el de pecho. Ya de pie, ligó dos buenas series derechistas al enclasado astado, pero falto de fuerza. Al natural, muy reunido, engarzó tres tandas en el mismo nivel. Mató de certera estocada para cortar una merecida oreja.
A su segundo, Gilio le jugó artísticamente los brazos en lances a la verónica. Con la franela, al débil toro, se lo llevó por delante a los medios para ejecutar un trasteo a base de pundonor y evidentes ganas de agradar. El final derechista, de evidente esmero, acabó de atinada estocada.
Ernesto Javier “Calita” se mostró muy vistoso con el capote: verónicas y chicuelinas, llevó el toro al caballo por chicuelinas caminándole y quitó vistosamente por navarras. A pesar del viento, logró tres tandas de buen ritmo sobre la mano derecha. Mató de estocada casi entera, tendida y desprendida, llevándose un fuerte golpe en un costado para obtener una oreja.
En su segundo bregó con oficio al débil pero noble toro. Realizó un trasteo inteligente y cuidadoso con pases a media altura, primero, bajándole la mano en las últimas series y ralentizando su toreo, destacando un cambio de mano por delante que fue una pintura. Finiquitó de pinchazo y estocada contraria para ser ovacionado en el tercio.
México D.F. (México), lunes 5 de febrero de 2024. Toros de Los Encinos, dos de ellos para rejones, siendo estos de regular juego. Y los de la lidia ordinaria, los tres primeros fueron buenos, dos de ellos acusando poca fuerza. Ernesto Javier “Calita”, oreja y ovación con saludos; Arturo Gilio, que confirmó alternativa, oreja y silencio; y Pablo Hermoso de Mendoza, silencio y dos orejas. Entrada: Lleno de “No hay boletos”.
