Roberto Domínguez: “Como torero deja una impronta inigualable”

"Ha sido lo máximo cara a sus compañeros de profesión. Ha sido, es y será un espejo a seguir", admite el vallisoletano
Íñigo Crespo
martes 28 de octubre de 2014

Roberto Domínguez toreó mucho con José María Manzanares, de hecho en la primera época del vallisoletano en los años setenta “fue con el que más tardes alterné junto con Julio Robles”, recuerda. “Aunque es verdad que mi competencia fuerte en el arranque de mi trayectoria los últimos años ochenta fue con Espartaco, con quien mantuve una rivalidad muy directa fue con Manzanares en mi primera etapa. Toreamos muchas tardes incluso manos a manos, como uno que se recuerda mucho en Albacete, en una corrida de Asprona”, detalla.

“Me invaden muchas sensaciones cuando repaso mi relación con José Mari, pero sobre todo me asaltan las vivencias de índole personal mucho más que las profesionales. Con Manzanares hemos compartido muchas cosas más allá de los ruedos, hemos hablado mucho de toros, de técnica, de la profesión”, reconoce el diestro de Valladolid.

La personalidad y el estigma de artista del alicantino la define Roberto Domínguez: “Como torero ha sido lo máximo cara a sus compañeros de profesión. Ha sido, es y será un espejo a seguir. Nos deja una impronta inigualable de naturalidad, gusto y temple. Son muchos los toreros que incluso teniendo otros modos u otros conceptos han fijado sus ojos en Manzanares como paradigma a seguir”.

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