La crónica de José Luis Benlloch en Las Provincias

Román dio el do de pecho en Valencia

José Luis Benlloch
lunes 25 de julio de 2016

La faena y la puerta grande le deben servir para reengancharse al tren de los futuribles. Luego su actuación frente al cuadri le desdibujó el triunfo y le recordó que hay mucha tarea por delante. Fundamentalmente por si vuelve a salir otro parecido.

Otra tarde de contrastes. Del gustazo al drama, del deleite al disgusto, del placer al sufrimiento. ¡Y cómo dolía! para cerrar plaza y feria, ese toro torazo de Cuadri, seiscientos cuarenta kilos embistiendo recto como si fuese un tractor, sin obedecer, sin manos lidiadoras, también es cierto, sin oficio, que le domeñase. ¡Cómo soñamos todos!, el primero Román, con el sobrero de Algarra, cinqueño a punto de cumplir los seis años que, este sí, embistió obediente y largo, lo que se necesita para hacer el toreo. Digamos cuanto antes que en este caso sí lo hizo Román, una faena de tensión y mucha inspiración, creativa y poderosa que de pronto lo sacó del banquillo de los olvidados, así de inmediato es el triunfo en el toreo, para situarlo directamente en la lista de las próximas ferias. Y si hubiese que seguir hablando de contrastes apuntaría la división radical de una parte del público a favor de los toros, aunque ayer no fue el mejor día para ello y la otra parte del público más pendiente de respaldar la torería de los chicos.

La tarde fue eso y más, se anunciaba como la tarde de los Cuadri y eso siempre supone prejuicios y miedos añadidos. No es leyenda, es justa realidad porque un cuadri para bien y para mal siempre es un trago fuerte. De eso sabe mucho Rafaelillo que en ese ambiente como se pudo ver es capitán general con mando en el ruedo, que otra cosa son los despachos. El murciano le tiene cogido el sitio, a los cuadri y a cualquier guapo que se le ponga por delante, de tal manera que cuando a otros les llega el agua al cuello él anda por las trincheras de los amagos y las coladas como si tal cosa y hasta les roba muletazos de gusto y torería. El contraste con los compañeros de ayer, Román y Pascual Javier, novatos en estos menesteres lidiadores, aún acentuaba más su maestría.

Pese a los alicientes toristas flojeó la entrada. Sigue pendiente la compresión de lo que se podía decir el espíritu de esta plaza, que no es mejor ni peor que otras, simplemente es Valencia y la asumes o pasa lo que los últimos días. En la calle, enfrente, los anti, un grupúsculo de pocas decenas, siguieron insultando impunemente, injuriando a voz en grito, sin que la autoridad tome cartas en el asunto, sin querer entender que una cosa es manifestarse y otra bien distinta acusar de asesinos a cuantos toman la dirección de la plaza. Si en esta redacción y en todas las de mundo, mientras no hay sentencia, hasta los asesinos confesos son presuntos a riesgo de que te sienten en el banquillo, cómo se pueden permitir, pregunto, esos gritos a pie parado un día sí otro también. Pues nada, ahí siguen, dilapidando pasta pública, como si el coste de las horas extra de las fuerzas del orden no hiciesen falta en otras partidas.

Los cuadri tuvieron arrobas de sobra, como manda su genética, seriedad en su comportamiento, los pitones negros, bruñidos y colocados, escasa movilidad, todos tendieron a pararse y por esta vez recurrieron más a las fuerzas que a la bravura. No hubo ninguno realmente bravo, el más nobletón si acaso fue el precioso castaño que apareció en segundo lugar entre justas ovaciones y tampoco ninguno marrajo salvo el tractor último en cuyo descargo, si es que tiene descargo, hay que decir que se quedó sin picar y sufrió una lidia desordenada.

El triunfador de la tarde fue Román que tuvo suerte dispar. Se llevó el algarra y el tractor de Cuadri. Al algarra ya dije que lo toreó con vibración y mucho arranque. Esquivó los lances fundamentales con la capa y le armó un lío con las tafalleras, los medios faroles, las rogerinas y demás suertes de vuelo y espectáculo, pero fue con la muleta, sobre todo con la derecha, donde surgió el mejor Román. La faena y la puerta grande le deben servir para reengancharse al tren de los futuribles. Luego su actuación frente al cuadri le desdibujó el triunfo y le recordó que hay mucha tarea por delante. Fundamentalmente por si vuelve a salir otro parecido.

Rafaelillo le robó naturales de temple y buen trazo a su dormido primero y guerreó con oficio largo y mucho poder con el cuarto, al que acabó arrancándole una merecida oreja. Pascual Javier, con menos oficio que sus compañeros, dio la cara que no era poco. A su primero le enjaretó muletazos de buen son y mucha serenidad que le justifican plenamente, en su segundo se vio desbordado por las dificultades. En octubre más.

CRÓNICA PUBLICADA EN LAS PROVINCIAS EL 25/07/2016

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