El Quiebro

Memorias de un sueño: Los entrenamientos

Ramón Bellver 'El Blanco'
viernes 04 de mayo de 2012

Enero de 2012. Me llama un buen amigo y me comenta que la empresa Medetauro, encargada de los festejos populares de la plaza de toros de Valencia…

Enero de 2012. Me llama un buen amigo y me comenta que la empresa Medetauro, encargada de los festejos populares de la plaza de toros de Valencia, quiere hacerme una proposición para el día del concurso nacional de recortes. Hablo con la empresa, me proponen retirarme de los concursos de manera oficial actuando sólo frente a un toro, y así, a su vez, rendir homenaje a mi trayectoria en este campo. Nos reunimos. Llegamos a un acuerdo y comienza una aventura que vale la pena contar.

La idea no me disgustaba, puesto que en el último concurso que había participado, en Jaén, en octubre de 2009, un toro me pegó un buen tabaco, y eso me revolvía las entrañas todos estos años. Al mismo tiempo, un vacío interior no se llenaba. Tenía algo dentro de mí que quería soltar, que quería expresar, y que mejor lugar que la plaza donde he vivido mis mayores alegrías y mis mayores tristezas. La plaza de toros de Valencia. Fui consciente, en el mismo instante que acepté el compromiso, que no sería fácil, ni para mí, ni para mis familiares y amigos. Cuando lo comuniqué nadie confiaba en mí. No los culpo. Ni siquiera yo lo tenía claro. Entonces empieza el verdadero reto, cambiar esa situación, convencerles/convencerme de que soy capaz. De que puedo enfrentarme a un toro delante de miles de personas otra vez, y hacerlo como en los mejores tiempos, disfrutando, sin temores.

Analizo la situación y me programo los entrenamientos físicos, mentales y delante de los animales. Tenía que recuperar el sitio, y eso no es fácil. Me pongo en contacto con algunos amigos y consigo que varios ganaderos me preparen vacas. Decido bajar al sur, a respirar el aire de las grandes dehesas, a concentrarme en la bravura integral. Primera parada en Sevilla, en “El descanso del guerrero”. Una finca preciosa propiedad de D. Manuel Vázquez. Allí tuve mi primera toma de contacto, y una vaca, la número 95, me abrió los ojos de nuevo. Me enseñó el camino a seguir con sus embestidas nobles.

Para seguir sintiendo esa seguridad debía de continuar entrenando con vacas, y la segunda parada corroboró el sitio que iba consiguiendo. Fue en la ganadería de Campos Peña, Hato Blanco. Había elegido un toro con su hierro para la ocasión y que mejor lugar para entrenar que la tierra donde residían sus congéneres. Seis vacas viejas con galope franco me permitieron ajustar quiebros imposibles. Estaba en el buen camino. Le seguiría la coqueta ganadería de Luis Alcon, en Vall D´Uxó (Castellón), donde tres bravas becerras nos hicieron rememorar a César Palacios y a mí buenos tiempos.

Catorce fueron las vacas que me midieron en Fuente Ymbro. D. Ricardo Gallardo y su mayoral Alfonso, no pusieron reparos en el número de animales que podía recortar en su plaza de tientas. Casi cuatro horas de casta me saciaron. Y por último, en Yecla, en casa de D. Nazario Ibáñez, tres vacas me esperaban en su espectacular plaza cubierta. El único susto que me llevé en todos los entrenamientos fue allí, pero no me vine abajo tras el percance, al contrario, me crecí y acabé disfrutando como pocas veces lo he hecho. La última vaca, noble y brava, me acabó de convencer.

Estaba preparado.

Gracias a la hospitalidad recibida en estas grandes ganaderías, que me han abierto las puertas de sus casas, ha sido posible realizar este sueño, y gracias a los contactos que hicieron posible estos entrenamientos. Ellos saben quienes son. A ellos me dirijo con enorme gratitud, al igual que a mis amigos y familiares que tanto me han ayudado en este trayecto de mi vida, que no voy a poder olvidar. Gracias de corazón.

ÚLTIMAS NOTICIAS

Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando