REPORTAJE

Sorolla, el genio de la luz en los toros

José Ignacio Galcerá
miércoles 08 de marzo de 2023
El maravilloso artista valenciano, protagonista del cartel anunciador de las Fallas 2023, hizo una inmersión en la tauromaquia que quedó plasmada en su vastísima y rica obra

Joaquín Sorolla, valenciano universal, maestro de la luz y el color, es el protagonista del cartel de las Fallas de 2023 en el año en el que se conmemora el centenario de su muerte. En su vasta y amplia producción pictórica, el genial artista hizo una breve inmersión en el mundo del toro. Un hecho fue fundamental para que Sorolla pusiera sus ojos en la tauromaquia, ya que en sus primeras obras, relacionadas con el realismo social, se evidencia una crítica a los modos de la sociedad de su tiempo, rechazando incluso algunas de las expresiones de la España folclórica de su época. Sin embargo, el encargo que le llegó por parte de Archer M. Huntington en 1911 para decorar la biblioteca The Hispanic Society of America de Nueva York, para la que debía realizar una serie de cuadros sobre las provincias de España, cambió su visión al respecto. De este trabajo surgieron dos de sus obras más representativas de temática taurina, El encierro (1914) y Los toreros (1915).

Para pintar El encierro, Sorolla acude años antes a novilladas y festejos menores en Castilla. De hecho, en 1912, el valenciano estuvo en la finca Villar de los Álamos, perteneciente a los Pérez Tabernero, donde se interesó por las faenas camperas, entre ellas el traslado de las reses, que plasma en esta monumental obra -3,52 metros de alto por 7,62 de largo-, que le deja exhausto, tal y como confesó a su mujer: “Lo que sudé, subir y bajar cada vez que debo dar una pincelada, me dejó deshecho, así que rabio si no trabajo… y trabajo reventándome, ¡es la vejez!”. El cuadro describe una escena de lo más campera: mayorales, dos garrochistas en primer plano, y otros tres al fondo, conducen a los toros hacia los cercados, pastos o a un punto de embarque, a través de un camino rural, paraje de pitas y chumberas que bordean el camino de tierra y las vías del ferrocarril. La escena parece situarse en la finca Las Delicias, que se atribuye a la familia Miura. En este sentido, Eduardo Miura, declaraba en 2008 a Diario de Sevilla: “No recuerdo el nombre de las diferentes fincas que mi abuelo tenía arrendadas en aquel entonces, pero que es factible de que Sorolla estuviera en el Cortijo del Cuarto, una finca inmensa que comenzaba donde hoy se encuentra el estadio del Betis y que llegaba hasta Bellavista, en terrenos donde ahora se alza el hospital de Valme. Tengo entendido que hubo cartas de Sorolla a mi abuelo, hablando de su estancia aquí. Lo que es seguro es que el cuadro, tanto por las chumberas como por el resto del paisaje se corresponde a esa zona. Las chumberas las utilizaban en aquel entonces como valla separadora cuando no había suficiente alambre; al igual que empleaban gavias. La vía del tren que aparece en el cuadro es la de la estación de Los Merinales, pegada a Bellavista. Allí embarcaban todas las corridas de las distintas ganaderías de Sevilla, que eran muchas para enviarlas hacia el norte”.

La otra gran obra, Los toreros, refleja un paseíllo en la plaza de toros de Sevilla. Se desconoce quienes son los espadas que aparecen en el cuadro, sin embargo, la francesa Elisabeth du Gué Trapier, experta en arte español, se atrevió a identificarlos afirmando que se trataba de Belmonte, Mazzantini, Frascuelo y el francés Félix Robert, circunstancia poco probable ya que ninguno de ellos es coetáneo y únicamente Belmonte torea en los años en que está fechado el cuadro en Sevilla.

Pese a que algunos de los estudiosos de la vida de Sorolla afirman que no fue aficionado a los toros, la investigadora Fátima Halcón, en su trabajo “Sorolla y la pintura taurina”, señala que resulta complicado pensar que “un pintor tan aficionado a captar el instante, a fijar la luz y con un sentido cromático tan acusado no se sintiese atraído por uno de los espectáculos más arraigados en la cultura española y de mayor entidad plástica”. De hecho, la pintura Apunte de una corrida de toros, fechada en Roma en 1887, demuestra cómo Sorolla desde fecha muy temprana se había sentido atraído por este tipo de fiestas, mucho antes del encargo que recibió de Estados Unidos. De esta época hay dos estudios más relacionados con el toro, uno titulado El Picador y un apunte, Capea en Torrente, de 1888.

El cartel de la Feria de Fallas 

El genial artista realizó a lo largo de su vida múltiples retratos, algunos de él mismo, como el pintado en 1909 en el que se le ve pintando, junto a una paleta de colores y un lienzo. Es precisamente este cuadro el utilizado para ilustrar los carteles del abono. Sobre una imagen de Sorolla, ataviado con un sombrero, emergen los protagonistas de las Fallas, desde un toro, que aparece en el centro en estampa imponente y desafiante, hasta algunos de los toreros anunciados. Todos ellos se entremezclan con lugares simbólicos de la ciudad de Valencia como el Micalet, las torres de Serranos o elementos de la idiosincrasia de esta tierra como la naranja o la Virgen de los Desamparados.

 

A partir de ahí, la temática taurina siguió en la vida de Sorolla cuando en mayo de 1895, a través de correspondencia, le cuenta a su amigo y financiero Pedro Gil Moreno de Mora lo siguiente: “Estoy componiendo un cuadro tamaño natural para el salón; el asunto es una corrida de toros en un pueblo, te llevaré el boceto para que digas tu opinión; puede ser una cosa hermosa de color”. Se refería al cuadro Antes de la corrida que pintó en Valencia, y al que alude un año más tarde: “El momento en que la cuadrilla se prepara para salir al redondel, el efecto de la luz y el color local son estupendos; si logro arrancar algo de aquello habré hecho un gran trozo de pintura”.

ANTES DE LA CORRIDA

En 1887, en un viaje a España para presentar su obra El entierro de Cristo, y tras pasar una larga temporada, Sorolla pinta Antes de la fiesta, que muestra la escena previa que viven los protagonistas de una tarde de toros momentos antes de empezar en el patio de cuadrillas. Es una composición alegre, llena de color y movimiento, el gentío compuesto por los toreros, los alguaciles, picadores y banderilleros se juntan y comparten charlas. Cada uno se pueden identificar por su indumentaria propias, los toreros y cuadrilla con traje de luces, el picador que monta a caballo y los dos alguaciles, encargados de abrir la corrida, a caballo y que visten de negro y con sombrero con plumas.

Tres años después llegaría la obra Antes de la corrida. Dicha obra pertenecía a uno de los investigados en el Caso Malaya y pesaba sobre ella una orden de intervención por parte de la Audiencia Provincial de Málaga, pero nunca fue entregada. Agentes especializados en patrimonio histórico abrieron una investigación en junio de 2020, y la obra fue localizada y recuperada en Bruselas pocos meses después. El cuadro, valorado por el Ministerio de Cultura en tres millones de euros, salió a subasta en Sotheby’s de Londres con un precio inicial de entre 650.000 y 850.000 euros. Finalmente se vendió por 890.000 euros, cifra muy inferior de su valor real.

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