La crónica de Benlloch en Las Provincias

El gran momento de Talavante

José Luis Benlloch
lunes 07 de marzo de 2016

El extremeño plantó en la arena su singular figura, mitad quijote mitad roquero, y ordenó impertérrito que los toros circulasen a su alrededor. Lo consiguió muchas veces. Y con una aparente facilidad que acababa cautivando. Como si no tuviese sangre…

Talavante, decía la gente. Ojo al Talvante ese. Dio una gran dimensión en Castellón. Venía maltrecho de Olivenza, donde un toro le cogió por el pecho y estuvo a punto de partirle el alma como enseñaron todas las teles. Le importó un carajo. O eso parecía. En la capital de La Plana compareció como si nada hubiese ocurrido, plantó en la arena su singular figura, mitad quijote mitad roquero, y ordenó impertérrito que los toros circulasen a su alrededor. Lo consiguió muchas veces. Y con una aparente facilidad que acababa cautivando. Como si no tuviese sangre, eso parecía por la blanca palidez de su rostro, como si le hubiese puesto miel a las muñecas que mecían los engaños con un ritmo azucarado que restaban cualquier atisbo de violencia a la lidia. Así que cuando le vimos desaparecer en hombros por la puerta grande todos lo dimos por justo y merecido.

Cayetano por su parte dejó pinceladas y pasajes de una torería clásica que hacen pensar en una atractiva reincorporación a la guerra taurina. Me gustó mucho su arranque de faena a su primero, muy Paquirri, las rodillas al suelo y la expresión viva, me gustó cómo se reunió con los toros, el trazo de sus muletazos, sólo le faltó reunir los buenos pasajes que por ciertas deficiencias técnicas en ocasiones quedaban inconexos y restaban brillantez al conjunto. Y me gustó que nunca entregase las armas. Fandi por su parte toreó con un gusto y una pausa, diría que poco Fandi si no se molestase, a su primero que tuvo tanta nobleza como falta de fuelle, así que no se lo valoraron como era de esperar, pero lo que se dice torear lo toreó perfectamente. No fue su día, porque su segundo se partió una pata y él tan seguro y tan constante en los triunfos, se quedó sin opciones y tuvo que abreviar.

Sucedió en la última de la feria de Magdalena, en tarde gris en la que se esperaba más público. Los toros de Zalduendo, de correcta presentación, dieron juego desigual. Frente a la ruinosa nobleza del primero contrastó la viveza del segundo, tuvo categoría el quinto, se malogró el cuarto, tuvo clase el sexto y fue toro medio el tercero. Salvo el primero, todos con un denominador común: tuvieron la fuerza necesaria. Un poco más era de disfrutar, un poco menos hubiese sido una debacle.

El quite por saltilleras de Talavante a su primero fue un monumento a la quietud, su primera serie con la derecha tuvo ritmo y largura y permitió quitarle acritud al toro. Al final jugó al cara o cruz con las bernadinas y una estocada, de la que salió con la taleguilla rajada, dio paso a la concesión de una oreja. De su segundo trasteo lo mejor fue una serie zurda con la figura desmayada de las que entran pocas en una feria, que aderezó finalmente con toda esa amalgama de arrucinas y demás -inas que tanto privan hoy día. Estoconazo en dos tiempos y otra oreja al esportón. Está en gran momento.

CRÓNICA PUBLICADA EN EL DIARIO LAS PROVINCIAS ESTE LUNES 7 DE MARZO DE 2016

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