Cuando no te llaman

Antonio Tornay
jueves 01 de julio de 2010

Recordaba a un torero que me contaba hace unos días lo mal que se pasa cuando van saliendo los carteles de las ferias de todo el ruedo taurino español y, después de haber sido importante en el toreo, no lo llamaban…

Recordaba a un torero que me contaba hace unos días lo mal que se pasa cuando van saliendo los carteles de las ferias de todo el ruedo taurino español y, después de haber sido importante en el toreo, no lo llamaban; que nadie se acordaba ya de las tardes importantes que dio a la fiesta taurina; y sólo se acordaban de que ya no estaba en el pelotón de los que interesan a los empresarios. Debe ser duro y cruel vivir en torero y torear tres o cuatro corridas al año no estando en las ferias importantes. Aunque así es la vida en todas las profesiones: toreros, ganaderos, futbolistas, actores, empresarios, cantantes y demás. Como te descuides has de volver a empezar porque vienen empujando los demás, los de arriba y los de abajo que te van pidiendo paso, como dice una canción de Emilio José. Pero en el toreo, a diferencia de las demás actividades, posiblemente sea la profesión artística donde, con un capote y una muleta en la mano y un toro embistiendo en una plaza importante, se puede pasar de la nada al todo en cuestión de minutos. Cuentan del maestro Antonio Ordóñez que una tarde en Sevilla durante su primer toro, estuvo muy mal y el público le llamó de todo. En el segundo, desde que se abrió el capote el público gritaba “hijo de p…olé” cortándole las dos orejas. ¡Fijaos en qué poco tiempo cambió todo! ¡Ya sabes, torero, lo que hay hacer para que te llamen! Un abrazo, amigo y que Dios reparta suerte.

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