La revolera

Leña al mono, hasta que hable inglés

Paco Mora
jueves 05 de agosto de 2010

Están convirtiendo al toreo en un show insustancial, intrascendente y casi grotesco.Y lo malo es que a los showman televisivos les está resultando fácil quedar más guapos que la Begum…

Están convirtiendo al toreo en un show insustancial, intrascendente y casi grotesco. Y lo malo es que a los showman televisivos les está resultando fácil quedar más guapos que la Begum, y dejar al toreo hecho unos zorros. Los pesos pesados que podrían defender la Fiesta con propiedad y categoría, o no los llaman o no quieren ir a los platós para servir de pasto a los consumidores de los programas de la entrepierna. Y hacen muy bien, porque el toreo es otra cosa. En él se sufre y se muere de verdad. Es una de las pocas cosas auténticas que quedan en esta época de mistificaciones, de mentiras y de meter gato por liebre en que malvivimos. Pero es que, además, el toreo sólo es una rama del gran árbol al que se pretende talar para derribarlo a hachazos después. Ese árbol es España. O lo que es lo mismo: el toreo no tiene un problema, quien tiene un problema es España. Por lo que querer disfrazar la realidad con Raholas, Sopenas y loquitos disfrazados de filósofos es una frivolidad digna del circo de Manolita Chen. Parece mentira que Jordi González y Enrique Sopena, dos grandes profesionales, que podrían volar como las águilas, se presten a volar a ras del suelo como los gorriones, haciendo de comparsas en un juego tan burdo como el del sábado pasado. Deberían bajarse de La Noria y replantearse el asunto, si es que les interesa tratarlo en serio. Que lo dudo…

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