Foto: Sasha GusovLos hábitos más arraigados están para cambiarlos. Y a ser posible mejorarlos. Incluso en cuestiones tan establecidas a las tradiciones como la crianza del toro bravo. Hasta no hace tanto las corridas de Fallas eran territorio poco propicio para los toros de Salamanca. El clima frío daba ventaja en la crianza y por ello en la presentación a las ganaderías del sur, de tal manera que las divisas charras encontraban más acomodo en la Feria de Julio a la que llegaban los toros más cuajados y con una hierba más, que era como los ganaderos de entonces calificaban la edad de los toros -cuatro años y cinco hierbas, por ejemplo-. Eran tiempos en los que el cuido y la alimentación era más natural, dependía más del campo, mientras que desde hace unos años y cada día más, se ha normalizado la alimentación de tal manera que se ha roto la dependencia de los pastos naturales y hasta se les dispone de mejores abrigos para evitar la influencia climática, lo que ha supuesto que se iguale más la puesta a punto y remate de los toros de saca. La prueba más radical se ha producido en las Fallas de este año en las que los toros más destacados han sido de ganaderías charras: Montalvo y Garcigrande pese a algún bravo ejemplar de Jandilla.
En esas cuestiones Juan Ignacio Pérez Tabernero, miembro de una de las familias ganaderas charras de más raigambre y propietario de la divisa de Montalvo, una de las triunfadoras de Fallas, habla del cambio climático: “Los inviernos en Salamanca ya no son tan inclementes como años atrás y no hiela tanto”, a lo que hay que añadir, comenta, el uso de la biotina en los piensos, componente alimenticio que también se utiliza con los caballos de carrera, que evita los pelos de invierno y los abrillanta cambiando el aspecto.
La corrida de Montalvo hizo muchos méritos para llevarse el premio a la mejor ganadería, detalle que no se le reconoció. Quizá por lidiarse en la primera tarde se perdió en la memoria de los componentes del jurado, pero lidió tres toros de categoría, dos de ellos de nota muy alta, Ojovivo, que mostró una versión muy brava en todos los tercios, que le correspondió a Román, y Marchoso, que le correspondió en suerte a Ureña y se lidió como sobrero en la corrida de los juampedros, este en una versión de máxima nobleza y clase, sin olvidar el toro segundo de Cayetano.
HABLAN LOS GANADEROS
“A mí me gustó más el toro de Román, Ojovivo. El toro de Ureña no tuvo una salida digamos lujosa, me dijo el mayoral, y fue en la muleta donde desarrolló todo lo que tenía que fue mucho. Fue muy bueno, pero no fue completo. La bravura del toro de Román me gustó más teniendo en cuenta además que se había lastimado una mano por lo que su comportamiento tuvo más mérito. Y el toro de Cayetano también me gustó mucho”, apunta Juan Ignacio.
El éxito de la divisa de Garcigrande, en este caso propiedad de Conchita Hernández, no se quedó atrás. De tres ejemplares que lidió, dos fueron excelentes, Alfarero, que le correspondió a Manzanares, que cortó dos orejas tras una excelente faena y que a la postre fue declarado el mejor toro de la feria, y Bavieca con el que Talavante cuajó en opinión del jurado la mejor faena del serial premiada igualmente con dos orejas, así que como dicen algunos ganaderos interesadamente en estos casos, sacaron a dos toreros por la puerta grande.
Dody, hijo de la propietaria y responsable directo en la gestión diaria de la ganadería, aseguró a Las Provincias que entre el premiado Alfarero y Bavieca se quedaba con este último: “Partiendo de que a los dos los hubiese dejado como sementales, si tuviese que elegir uno me quedo con el de Talavante. Le vi más entrega y más empuje, además de querer coger la muleta más por abajo. Creo que también fue un poco más bravo, aunque no me gusta la palabra bravo. Eso, por buscar matices, pero Alfarero también fue un gran toro”.
Dados los antecedentes de ambos, su juego no fue una sorpresa. Dody recuerda que Bavieca es hijo de un toro indultado por Perera en Arévalo y Alfarero es hermano de padre de un toro que toreó Uceda Leal en un festival en Valencia que también fue excelente. A ese padre, que se llama Impresionado, “se le da bien Valencia”. Lo dicho, la Salamanca campera, la del toro torito fiero que cantase Rafael Farina, plantó bandera en las Fallas de Valencia.
