BENLLOCH EN LAS PROVINCIAS
Foto: Antonio ViguerasFoto: Antonio Vigueras

Paco Ureña cuaja y malogra una obra de arte

José Luis Benlloch
miércoles 20 de marzo de 2024
El Fandi corta dos orejas y sale en hombros en el cierre de feria; excelente corrida de Montalvo con tres toros de nota muy alta

Hubo toros, hubo toreros, así que a tomar viento aquello de cuando hay toros no hay toreros, ayer hubo toros y toreros, sin ánimo de faltar, uno sobre todos, y hubo un escenario importante, Valencia, que pide a gritos que le dejen recuperar su sitio y su estilo. Redonda la faena de Paco Ureña. El lorquino hizo del toreo pura esencia, lo interpretó hondo, de muleta arrastrada, muñeca suelta, pies firmes, mando largo, pausado y ceremonioso, sin esas sobre actuaciones de otras tardes que no son más que hojarasca que desvirtúa al Ureña decantado y puro que se vio ayer. Excelente la corrida de Montalvo, presentada como debe presentarse una corrida en Valencia, seria sin exageraciones, musculada y con carácter, brava en el mejor de los sentidos, con tres toros y hasta cuatro de nota alta -primero, cuarto y quinto sobre todos- que es proporción suficiente para echar las campanas al vuelo si es que en la crianza del bravo hubiese lugar a la euforia, que ya se sabe, un día sale todo y el siguiente te tuestan en los humos del infierno o en una esquina septembrina, pero mientras, toca cantar y paladear el éxito de Juan Ignacio y sus montalvos, fruto y mérito vocacional. Y claro que no me olvido en esta introducción de El Fandi, que aprovechó su buena fortuna en el sorteo mañanero para ser Fandi en estado puro, la lealtad comienza por serlo a uno mismo, y tantos años después no engaña ni engañó a nadie, el granadino cortó la oreja de cada toro y se lo llevaron por la puerta grande porque en el toreo hay sitio y estilos para todos los gustos. Menos suerte tuvo Emilio de Justo, que no tuvo toros de éxito y tampoco dio con la tecla para superar el infortunio por muy laborioso que se puso.

Sucedió en tarde fresca y plomiza, con una buena entrada que acabó por disipar los fantasmas de la deserción general que amenazaba las vísperas. Sabido es que con las fiestas vencidas, las fuerzas al límite, los forasteros con un pie en los andenes del AVE ya de vuelta a sus casas, los santos y padres entregados a la obligada sobremesa familiar, hay que ser un titán de las taquillas para llevar la gente a la plaza. Hubo tiempo que las figuras lograron darle un vuelco a tan mal fario, El Soro fue el principal responsable, luego vinieron los Ponce, Manzanares, Barrera, Espartaco, pero a las figuras de hoy les ha faltado responsabilidad y seguridad en sus fuerzas para salir al rescate de tan señalado día, no fuese que ardiese su prestigio y se viesen sus costuras taquilleras. Por esta vez no importó demasiado, se salvó el compromiso pero no estaría de más que las figuras tomasen nota para el próximo curso. Ese debe ser el reto, salvar al santo, salvar a San José, y no es irreverencia es necesidad, taurina, claro.

UREÑA, EL SUCESO

El suceso de la tarde llevó la firma de Paco Ureña. Más aún, lo más puro de la feria lo hizo Paco Ureña. Está visto que Ureña y Valencia tienen su química. En su primero, estando bien, la cosa no fue a mayores. No estaba claro el toro pero con un comienzo dominador y poderoso, el murciano lo sometió y acabó embistiendo bien por el derecho y no tanto por el izquierdo por el que se rebelaba rebrincado y sin acabar de salirse de la suerte. Lo mató de una buena estocada.

El toro quinto, Cartero de nombre anunciaba la reseña, 550 kilos redondos y cuatro años, esperaba en banderillas un tanto agarrado el piso, sin prometer demasiado. Será, no será… y fue. Un arranque por abajo, poderoso e inteligente de Ureña dio con la clave para que Cartero sacase lo mejor de su encaste. Tenía la calidad y la afloró, y lo más importante, la entendió Ureña. Una felicidad. Los naturales finales fueron de lo mejor de la feria. Telúricos. Profundos, densos, bien ligados. Ureña los comenzaba y los acababa, nada de esos encadenados modernistas que tanto se llevan y tan poca verdad tienen más allá de ser recurso. Los pases hay que comenzarlos y terminarlos, lo enganchas, lo llevas, lo vacías, lo enganchas, lo llevas, lo vacías… y cuando la geometría no da para más, cuando el milagro del buen toreo peligra, un giro de muñeca vacía la embestida y el diestro se queda colocado para ligar el de pecho cual rompeolas final de la bravura. Eso es lo que hizo Ureña. Y lo hizo lento, como a pulso, nada era ligero, con la izquierda y con la derecha que en ambos casos se le puede llamar al natural, naturales con la derecha y naturales con la izquierda desnudos de ventaja. Y para rematar la obra ya hubiésemos, Ureña el primero, querido recuperar la estocada del primero pero medio espadazo y varios descabellos le cerraron de golpe la puerta grande que se había ganado a base de toreo grande. Pena grande por ello. Ló único que no me gustó fueron los ánimos y consejos a gritos que le enviaban desde el burladero. Gritarle, incluso aconsejarle en público al maestro, es menospreciarle pero no es día para quejarse.

La tarde había arrancó con un espectacular toro, Patrón se llamaba. Pronto y alegre, galopón desde el principio. Noble sin ser servil. Con carácter y bravo en varas, colaboró al espectáculo banderillero de Fandi y llegó a la muleta con el triunfo en los pitones. Fandi lo entendió y lo disfrutó. A su manera le hizo lo que había que hacerle. No era cuestión fácil, nada es fácil en el toreo y con los bravos menos aún, era cuestión de cabeza y torería. Si lo aliviaba se desordenaba todo y hasta le comía el pulso, si le bajaba la mano se atemperaba y en una postura y en otra repetía y repetía y Fandi le resistía. No llega a venir la víspera el Leguleyo de Jandilla y hubiese sido toro de feria. Pedía mando, confianza y capacidad de riesgo. Fandi lo despachó con honores de un soberano volapié. Toro igualmente de éxito en versión más amable fue el cuarto, castaño, bien hecho, con la nobleza por bandera. Tuvo salida caliente y fue obediente hasta el final con una cualidad de lo más torera, amagaba con irse de la reunión pero no se fue nunca. Por el izquierdo especialmente fue emotivo, un trueno tengo anotado. Fandi que nunca se rindió, le dio muchos pases, lo mató por arriba y bien, y franqueó la puerta grande.

De Emilio cabe decir que no tuvo opciones y que estuvo tan honrado como poco brillante.

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